Luego de darse a conocer los resultados finales de la elección del pasado domingo, queda claro que el PRI reafirmó su condición de primera fuerza política en Yucatán, pese a descalabros importantes al perder en los municipios de Mérida, Progreso, Valladolid y Hunucmá.
En esa cuatro localidades en donde se disputaron las alcaldías y finalmente el PRI perdió, quedó más que clara la errática decisión de poner candidatos complicados, con problemas y que en parte, su arrogancia o falta de humildad para reconocer fallas, los llevó al triste final.
Histórico que el PRI haya perdido municipios como Progreso y Valladolid, reductos priistas de mucho tiempo, y que se pierda Hunucmá, lugar en donde se establecerá un magno proyecto cervecero.
El PRI le apostó con todo -nadie puede quejarse de eso- a ganar la alcaldía meridana, pero fue muy claro que el voto priista en Mérida fue amplio, tan así, que ganó la mayoría de las diputaciones locales, -hasta el 2o. distrito de Mérida- pero la gente decidió decir no en el caso de la postulación por la alcaldía.
Digno es de reconocer que el candidato perdedor -por segunda ocasión consecutiva- por la alcaldía meridana, el priista Nerio Torres Arcila, en su afán por ser alcalde, arriesgó gravemente su carrera política que ahora naufraga y difícilmente observe una buena recuperación. Lecciones de vida que también se enfrentan en la política, cuando no se hace caso a nadie.
Pero en términos generales, el priismo yucateco sacó la casta y ahora deberá trabajar de cara al 2018, sino es que quiere sufrir nuevos o mayores retrocesos. El triunfo no puede endilgarse al presidente estatal de ese partido, Carlos Pavón Flores, que en realidad, solamente fue un vinculo entre unos y otros.(desdeelbalon.com)