La mayor parte de los testimonios recabados por la CNDH para elaborar su informe sobre la situación de los grupos de autodefensas en Michoacán hablan de desesperación, desolación y dolor ante los casos de homicidios, desaparición forzada, “levantones” o secuestros.
MÉXICO, 11 de marzo de 2014.- Habitantes de Tierra Caliente vivieron sitiados por el crimen organizado por lo menos un año.
Asimismo, pobladores de las comunidades de La Ruana, Antúnez y Nueva Italia trabajaban para complacer a delincuentes, documentó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Campesinos, dueños de negocios y empleados destinaban entre 50% y 70% de sus ingresos al pago de extorsiones, y cuando el enojo y la frustración provocaron que los ciudadanos empezaran a negarse a entregar las cantidades exigidas, el crimen los cercó y comenzó a negar el acceso a transportistas de alimentos, medicamentos y gas a esas localidades.
La mayor parte de los testimonios recabados por la CNDH para elaborar su informe sobre la situación de los grupos de autodefensas en Michoacán hablan de desesperación, desolación y dolor ante los casos de homicidios, desaparición forzada, “levantones” o secuestros. Algunos relatos hablan también de deficiencias en el sistema judicial en el estado. Todos dicen estar a favor del surgimiento de los grupos de autodefensas.
“Se llevaban a las jovencitas que veían en la calle para que trabajaran con ellos o para que fueran pareja de estos rufianes y la que no quería la mataban, la quemaban y la aventaban por ahí como si fueran animales. A la vecina de enfrente le fueron a aventar la cabeza de su hija a un terreno baldío”, dice el relato de Juana Torres.
Secuestrada en su cumpleaños
A Ana Barajas, según el testimonio recabado por visitadores de la CNDH, la secuestraron el 3 de marzo de 2013 a dos kilómetros del retén de Santa Ana Amatlán. Es joven, este 3 de marzo cumpliría 21 años y su mamá Antonia, junto con sus dos hijos, la buscan.
“Quienes vieron cómo se la llevaron me dijeron que fuera con los militares y me dio miedo, pero tuve que ir y ellos me dijeron que se la habían llevado los Templarios y que ya estaba por Tamaulipas. Después un hombre se me acercó y me dijo que él me ayudaría a buscar a mi hija, que era un disque abogado. Fuimos a la Procuraduría y a Seguridad Pública, y ahí yo sé que le dieron información pero después me salió con que si yo quería más ayuda tenía que darle algo a cambio. A mis niños ya no sé qué decirles, nada más quieren a su mamá», menciona Antonia.
“Levantan” a campesino
Leonel Rojas era campesino limonero. Tres años atrás había regresado de Estados Unidos, país de donde fue deportado. Así que reinició el cultivo de cítricos para mantener a su esposa, quien murió de cáncer hace dos meses. La cubeta de limón la vendía antes a 40 o 50 pesos, “pero cuando llegaron los Templarios -narra su primo- tenía que darles la mitad y cuando empezaron a meterse más, la cubeta ya nada más salía en 10 pesos y con eso uno se muere de hambre”.
A Leonel lo “levantaron”, según los testimonios, el 28 de febrero de 2013. “Un día fui a Apatzingán –dice su primo-, era un domingo, iba yo por el mercadito y pasó un coche de esos grandes y clarito vi la cara de Leonel, yo estoy seguro que era él, no me lo puedo quitar de la cabeza, a veces pienso que como estoy obsesionado con buscarlo imagino verlo, pero esa vez fue real, dicen que luego así los traen y que como les dan la orden de no hablar con nadie pues seguro que por eso no pudo decirme ni hacerme una seña ni nada, pero era él”.
Asesinaron a sus dos hijos
“Judith” perdió a sus dos hijos en un año. Uno está reportado como desaparecido y el otro, fue asesinado.
Encontraron su cabeza en la orilla de la carretera en el municipio de Tarímbaro, el 28 de diciembre de 2013.
Junto a sus restos, había un mensaje firmado por los Templarios en el que se decía que a él y a otros dos hombres los mataron por pertenecer a un cártel de Jalisco.
“Somos de allá (de Jalisco), mi esposo nos trajo por su trabajo, pero mis hijos no son delincuentes, cuando fui al Ministerio Público para denunciar, el señor de ahí me dijo que no podía levantar la denuncia que porque seguramente mis hijos andaban en algo malo, pero yo lo que le dije fue que me lo demostrara y que investigara, nadie me ha dicho nada, se lavan las manos”. (El Universal)