Especialistas de la UNAM indican que de confirmarse el problema de resequedad en la zona sur de la pirámide -provocada, por una parte, porque se colocó cemento- «lo más probable es que pasadas decenas de años, esa cara podría comenzar a hundirse, un poco por falta de sustento”.
México, 27 de marzo de 2014.- Físicos y arqueólogos de la UNAM descubrieron que una parte de la Pirámide del Sol está reseca, lo que podría provocar el derrumbe de la cara sur de la edificación de 65 metros.
Cuando el ex presidente Porfirio Díaz pidió, principios de siglo, que se realizaran excavaciones y trabajos de rescate en la pirámide ubicada en la zona arqueológica de Teotihuacan, añadieron cemento sobre la gran estructura de tierra para darle mayor estabilidad; pero ahora, décadas después, ese material provoca un riesgo de colapso en la cara sur de la pirámide, donde el agua de lluvia no penetra el interior de la estructura, por lo que no se humedecen las toneladas de tierra sino que se resecan.
Además, a la pirámide le han afectado también los rayos de sol.
El investigador de la UNAM, Arturo Menchaca Rocha afirmó que “no es que vaya a caerse mañana, pero lo más probable es que pasadas decenas de años, esa cara podría comenzar a hundirse, un poco por falta de sustento”.
Menchaca, quien trabaja junto con la arqueóloga Linda Manzanilla, contó que la alerta de riesgo se dio, después de interpretar los primeros datos que el equipo ha recabado, con el propósito de realizar una “radiografía” de la pirámide para poder observar su interior y localizar posibles cámaras ocultas.
La investigación se hará pública a finales de este año, pero los investigadores indican que la densidad de la estructura es 20% menor de un lado que de otro. La parte sur está seca, en cambio el lado norte se encuentra humedecido.
De acuerdo con Menchaca esa irregularidad puede ser por su posición y exposición al sol.
“Vivimos en el hemisferio norte y las trayectorias del sol son siempre en el sur, por lo que ese lado es más frágil”, afirmó. La pirámide se ha mantenido durante casi 2 mil años, se cree que lo que aumentó el riesgo es el cemento y las piedras colocadas hace 100 años.
“Nuestros ancestros no conocían el cemento y lo pegaban con baba de nopal. Esa cosa era muy porosa, a la montaña le llovía y se secaba, lo cual le daba cierta humedad”, explicó Menchaca quien agregó que actualmente el cemento no deja paso a la lluvia y provoca resequedad.
Aunque esta alerta aún debe ser corroborada, Menchaca dijo que una posible solución es poner un material con más porosidad en la cubierta para que el agua penetre de mejor manera y pueda humedecer la parte que se encuentra seca. Y señaló que existe “tecnología para resolverlo”.
“Lo que habría que hacer es perforar con una varilla, como con los pozos de agua, una en cada lado, y tratar de comprobar si lo que detectó nuestro equipo es resequedad” enfatizó.
También existe otra hipótesis que indica que en el área afectada podría encontrarse un gran salón triangular o que la estructura tenga más piedras de un lado que de otro. Sin embargo si se comprueba la resequedad, sí sería motivo de preocupación.
El especialista descartó que esto represente algún riesgo para los visitantes a la parte alta de la pirámide, porque el ascenso es por la parte norte.
Los resultados hasta ahora obtenidos son producto de un proyecto que inició la UNAM hace 14 años, en la que implementaron un detector de muones, equipo parecido al que se puso en la pirámide Kefren de Egipto, para encontrar cámaras ocultas. (Aristeguinoticias)