Aún quedan calles inundadas tras el paso de «Cristóbal», lo que deja en amplia desventaja a la gente más vulnerable que, aún en silla de ruedas, tiene que buscar la forma de conseguir el alimento de cada día. A eso hay que agregarle los peligros que esconde ir en silla de ruedas en una calle encharcada sin advertir coladeras destapadas o enormes baches donde esta persona puede caer.