Ambos equipos están marcados por historias tan distintas y distantes entre sí.
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de mayo de 2015.- Inevitablemente a los equipos grandes se les mide por títulos y Necaxa se juega uno de ellos a partir de hoy cuando inicie la final por el ascenso en su visita a Sinaloa donde enfrentarán a los Dorados.
La historia de los dos finalistas es inversa y completamente distinta, hay entre ambos 80 años de distancia y diferencias. Es la batalla del viejo ante el joven, del veterano contra el novato. Necaxa de 91 años ante Dorados de 11.
Los dos ya han estado en la Primera División con su determinada ración de presión cuando jugaron por mantenerse.
Cuando Dorados fue fundado en 2003, sus dueños concebían que el ascenso llegaría en un lustro; sin embargo, dos años después peleaban ante los mejores equipos de la liga mexicana.
Para ese entonces, el Necaxa había sido el equipo del pueblo, de los electricistas y trabajadores. Había desaparecido en 1943 y regresado en 1950. Los rojiblancos tundieron a equipos internacionales como Colo Colo y Santos con todo y Pelé, además de formar a los Once Hermanos: un equipo de época.
Pasaron por reestructuraciones y ventas. Durante un tiempo se llamaron Atlético Español y regresaron a sus orígenes en 1982. Ahí pelearon por trascender, pero su premio llegó hasta la década de los 90: la que dominaron a placer, pero sin encontrar la conexión de nuevo con su afición.
En 2003 ascendió Dorados a la Primera División y el Necaxa se mudó a Aguascalientes para comenzar de cero su historia. Se enfrentaron en el máximo circuito cuatro ocasiones: dos ganadas para los Rayos, una para los de Sinaloa y un empate.
Dorados vivió dos años el sueño de la Primera División y ahora puede volver. “Es un nuevo desafío para mí después de dirigir a Morelia y Chivas, no lo veo como revancha, pero me siento muy cómodo en Dorados por todas las facilidades que me han dado”, dijo el técnico Carlos Bustos a ExcélsiorTV.
Dorados se despidió de la Primera en 2006, un año que será recordado por la presencia de Josep Guardiola, lesionado en el plantel y una férrea pelea hasta el último partido en donde el San Luis ganó la carrera por un gol de último minuto.
El Necaxa, ese año, pensaba que todo sería estable y jamás imaginó que descendería en 2009 y en 2011, por lo que ahora buscan volver, ya sin Televisa como su dueño.
Un sabio estuvo con los Dorados
Desesperados, los directivos de Dorados de Sinaloa apostaron por Juan Manuel Lillo. Era el primer torneo de 2005, pero los números mejoraron considerablemente.
Para el siguiente le dieron la oportunidad de la planeación y se abrió un abanico de posibilidades para la permanencia.
Lillo pidió a uno de sus mejores escuderos: Josep Guardiola, quien venía de parar debido a un escándalo de dopaje en el Brescia de Italia, por lo que México fue su refugio.
Era la parte final de Guardiola, un medio de contención de buen toque y cansado de las piernas. Ya para ese entonces, fungía más como auxiliar que como asistente de goles.
Era la conciencia de Juan Manuel Lillo en el banco técnico y una lesión le compenetró a querer más al club y a la ciudad, a la que hoy en día tiene en el archivo de los buenos recuerdos.
Guardiola, desde Múnich, sigue al pendiente de los Dorados e incluso a inicios de mes les envió una carta de buenos deseos para que el equipo consiguiera el ascenso.
Guardiola jugó 11 de 17 partidos en México, le hizo un gol a Jaguares en el Víctor Manuel Reyna y dio una asistencia de gol en el torneo. Afligido por una lesión en la pantorrilla derecha, no contribuyó como se esperaba, pero su recuerdo se quedó en Sinaloa. (Excelsior)