En nuestro país se desperdicia casi la mitad del agua que captan los organismos operadores del líquido, debido principalmente a su ineficiente infraestructura
México, 30 de marzo de 2014.- En México no basta con vivir en un lugar donde abunde el agua para tener acceso a ella. Por el contrario, y aunque suene increíble, es en esas regiones donde la gente padece más su carencia.
De tan inusual problema tienen parte de culpa los organismos operadores de agua, cuyo desempeño para gestionarla y distribuirla deja mucho que desear.
Según datos del último censo de población, en México hay 28.6 millones de viviendas habitadas. El 65% recibe agua a diario, es decir, dos de cada tres. Al resto le falta agua por lo menos una vez a la semana o incluso carece de una conexión de agua entubada.
Chiapas se localiza en una zona privilegiada en cuanto a la presencia de agua dulce. Forma parte de la cuenca Grijalva-Usumacinta, una de las más caudalosas del país. Su clima es húmedo, con precipitaciones anuales que superan los 2 mil milímetros por año.
En el otro extremo está Chihuahua, un estado conformado en su mayor parte por regiones áridas y semiáridas, donde las precipitaciones pluviales no superan los 500 milímetros por año.
Bajo tales condiciones se pensaría que los chiapanecos no sufren de escasez de agua, mientras que los chihuahuenses sí. Pero ocurre todo lo contrario.
Mientras que nueve de cada 10 hogares en Chihuahua tiene acceso diario a agua potable, sólo tres de cada 10 en Chiapas corre con la misma suerte.
Estos casos muestran una realidad que se extiende por todo el país. La población que vive en las áreas más caudalosas, generalmente sureñas, es la que más padece la falta de agua. En cambio, quienes viven en las zonas norteñas y áridas gozan de un mejor suministro.
El paradójico problema del agua está conectado el bajo desempeño de los organismos locales encargados de su suministro.
Existe una relación directa entre la dotación diaria de agua y la eficiencia de las entidades encargadas de llevarla hasta los hogares. La gente que recibe más agua en general vive en las zonas atendidas por proveedores más eficientes.
Según datos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), la eficiencia física promedio de los organismos operadores de agua en el país es de 58.5%. Esto significa que por cada mil litros de agua que captan sólo logran hacer llegar 585 a los hogares. El resto se pierde en fugas y clandestinaje.
Pero el problema no queda allí. De los 585 litros que llegan al usuario, los organismos sólo cobran 410. En otras palabras, apenas 41% del agua producida termina recaudándose. A este porcentaje se le conoce como eficiencia global.
Si los organismos operadores no generan ingresos por el agua que suministran, entonces no pueden invertir en infraestructura para ampliar o mejorar sus redes de distribución. Y son justamente los organismos de las regiones más abundantes en agua los que tienen el desempeño más bajo.
Regresando al ejemplo de Chihuahua y Chiapas, los datos del IMTA muestran que los organismos operadores del estado norteño tienen eficiencias globales que van de 52% a 65%, mientras que en Chiapas no rebasan 50%.