Los reclamos de los usuarios obligan al Gobierno a moderar el impacto del tarifazo
Buenos Aires, 12 de julio de 2016.- “Aprendiendo sobre la marcha”. Así lo definió el ministro de Energía de Argentina, Juan José Aranguren, y ese parece ser el lema del gobierno de Mauricio Macri. El aumento descontrolado del gas en pleno invierno, con tarifas que subieron hasta 1.000% provocaron que miles de ciudadanos salieran a la calle en forma espontánea, por primera vez, para protestar boleta en mano. La Justicia de la Provincia de Buenos Aires dio curso a un pedido de amparo para suspender los aumentos y retrotraer las tarifas a 2015 y el gobierno nacional se vio obligado a dar marcha atrás con la medida, aunque no en forma completa: Aranguren anunció un tope de 400% de aumento en las boletas de gas. Las boletas quedarán congeladas durante este año y sufrirán nuevas modificaciones recién en 2017.
“Queremos anunciar que a partir de escuchar y conversar con la oposición y la sociedad y ver que este camino que recorremos juntos tiene que tener un equilibrio y no es de un día para el otro, que sacamos una resolución que pone un tope del 400% a la tarifa de gas”, dijo el Jefe de Gabinete Marcos Peña en conferencia de prensa junto al ministro de Energía y al ministro de Justicia, Germán Garavano. “Queremos dejar de importar un tercio de lo que se consume y lograr producción local. Debemos dar mensajes claros, hay que consumir menos, si no dejamos de generar producción”, dijo Aranguren. El consumo energético es el tema que más preocupa a la administración de Macri y ha puesto en la mira de la sociedad al ministro Aranguren.
En abril pasado, el Gobierno nacional anunció un plan de «adecuación tarifaria»que, entre otras cosas, encareció las tarifas de servicios públicos como el gas, el agua, la electricidad y el transporte. Aranguren argumentó entonces que las subas eran originadas por un “aumento de la demanda debido a que la tarifa ha sido baja”, adelantó modificaciones que oscilarían alrededor del 300% y, lo más importante, exigía un ahorro del 15% o más para tener un descuento en las boletas. Sin embargo, con el invierno llegó la sorpresa, con subas que llegaron hasta el 1.000% y facturas muchas veces impagables.
En paralelo, algunos ciudadanos salieron a las plazas a protestar y las redes sociales explotaron como si alguien le hubiese acercado una cerilla a la estufa. Muchos, incluso, pidieron la renuncia de Aranguren. En respuesta, el ex CEO de Shell negó que haya pasado por su cabeza renunciar. «El que tiene que evaluar mi deber es el Presidente”, dijo. Mientras tanto, un tribunal de La Plata declaró nulas las subidas dispuestas por el Ministerio de Energía y ordenó retrotraer la situación a la fecha previa de esas medidas en toda la provincia de Buenos Aires, donde viven unos 16 millones de personas, casi cuatro de cada 10 argentinos.
La preocupación por el consumo energético llegó hasta el mismo presidente Mauricio Macri, quien aprovechó la inauguración de una obra en la Ciudad de Buenos Aires para advertir: “Voy a hablar de esto obsesivamente, hay que consumir menos energía. Es la obsesión del mundo y de nosotros ver cómo son nuestros comportamientos diarios y ver cómo podemos ahorrar más energía. No podemos importar más y estamos consumiendo mucho más por persona que en la mayoría de los países”. (El País)