Era dueña de la “casa china” de la colonia México y la conocían como «La 500».
Mérida, Yucatán, 28 de febrero de 2022.- La madrugada de este lunes falleció la señora Miriam Echeverría y Boldo, conocida como una dama de la alta sociedad, culta, con belleza e inteligencia. Se le recuerda como una mujer con ideas muy distintas a las de su época.
La casa que construyó a principios de los años 80 en la colonia México en el norte de Mérida se conoce hasta hoy como “La casa china” o “La casa de la 500”, propiedad que ha dado origen a varias leyendas urbanas.
“Hoy, al fin, te volviste a encontrar con tu querido hijo. Aquí te vamos a extrañar muchísimo. Fue un honor saberme querida por tí. Seguirás sonriendo en mi memoria toda mi vida! Que Dios te tenga en su Gloria. Hasta pronto Doña Miriam Echeverría. Quien pasó por nuestra vida y dejó luz, resplandecerá en nuestra alma para toda la eternidad. Te quiero”, publicó en redes sociales esta madrugada Angélica Schober, amiga de la fallecida, texto que acompañó de una imagen de la señora Echeverría Boldo.
Una de las leyendas urbanas que circulan acerca del origen de “La 500” asegura que la señora Miriam Echeverría era una mujer que tarifaba la cantidad que hizo popular a su casa por acompañamiento. Se comenta que era una mujer bella, de escultural cuerpo, blanca y alta de cabellera oscura. Se dice que solo llegaban clientes potentados, empresarios y hasta políticos y que solo se relacionaba con caballeros de la alta esfera de la sociedad.
Sin embargo, lo anterior habría sido producto de envidias, señala otra versión que asegura que la realidad es que era una mujer adelantada a su época, que no vivió conforme a los estereotipos de sus contemporáneos.
Sobre la “Casa China, Francisco Solís Peón comentó recientemente:
“En realidad yo crecí en la calle 19 de la colonia México, la misma calle donde a principios de los ochenta se construyó «la casa china». Antes de eso conocí a Doña Miriam en varios restaurantes donde nuestros padres nos la presentaron a ella y a su pareja de entonces como lo que es y ha sido: una señora. Recuerdo la construcción de su actual casa tal vez a unos 350 metros de donde nosotros vivíamos. Nos dio tanto gusto que ella viviera en el vecindario que inclusive le hicimos una pequeña reunión de bienvenida, entre las personas que me acuerdo que estuvieron ahí fueron Don Ramón Massó, Don Manolín Pérez Abreu, Don Enrique (Quico Rincón), mi padre y mi madre; lo sé de cierto porque la reunión fue en mi casa”.
También mencionó que mientras se construía la casa china, que hoy es parada obligatoria de turistas, curiosos y demás, su hermana menor y amigos jugaban en los cimientos.
“Con el paso del tiempo la casa se fue robusteciendo ante los cambios propios de la pos modernidad, y si bien en principio le hacía gestos a las distintas tendencias arquitectónicas del rumbo, hoy es un detalle curioso, tal vez producto de la excentricidad personal, pero créanmelo! Doña Miriam no era ni de cerca uno de los vecinos verdaderamente estrambóticos del rumbo. La recuerdo siempre jovial, con la piel blanca, blanquísima, perfectamente maquillada e impecablemente vestida; nada de joyas, nada de excesos de maquillaje y solamente una tímida sonrisa cuando nos veía a los niños cuando nos permitía jugar en su jardín”, detalla Solís Peón.
“Recuerdo que le gustaban los versos de Amado Nervo y no tanto los de Pablo Neruda, memorias que tengo porque fue la primera vez que discerní la diferencia de estilos literarios. A mi hermanita le comentaba que sus rizos (de oro) eran fenomenales y que nunca debía alaciarlo, a todos nos daba consejos útiles dignos de ser tomados en cuenta. A pesar de las leyendas negras, nunca me importó ayer y menos ahora cómo se ganó la vida, lo que sí sé es que ella fue la primera mujer empresaria yucateca que hizo que un bar (en la calle 60, El Guacamayo ) fuera reconocido en la revista Play Boy Gourmet”, finaliza.