Madrugan para mantener limpia la ciudad
Mérida, Yucatán, 7 de diciembre de 2016.- A las tres y media de la madrugada se levantan José Alberto y Freddy, empleados de la recoja de basura, que se trasladan desde sus comunidades de origen a la capital yucateca a ganarse el sustento del día a día.
Desde temprana hora inicia su jornada laboral, junto con su compañero Emilio, cumpliendo su labor en medio de olores fétidos, recorriendo las calles de la urbe recolectando los desperdicios de los meridanos.
En un oficio que parece por demás complicado, ya que se dedican a recoger la basura que todos producen, entre fuertes olores y un trabajo enteramente físico, brindando ese servicio para mantener limpia la ciudad.
Colgados de la parte trasera de la pesada unidad, con los uniformes sucios y sudados por ajetreo propio de su trabajo, Emilio y José Alberto viajan a los parques del oriente y sur de la ciudad para tomar los desperdicios de todos los días, hasta llevarlos al basurero municipal.
“A todo se acostumbra uno, el olor ya no me molesta” comentó José Alberto, quien dijo que tiene apenas dos meses en el servicio de recoja de basura y que la primera semana fue la más difícil, pues no estaba habituado a los fuertes olores que despiden los desperdicios. Sin embargo, comentó que a la segunda semana dejó de percatarse de los hedores.
En ocasiones el trabajo es sencillo ya que únicamente se “palean” yerbas secas almacenadas en los distintos botes ubicados en los parques, para ponerlas al interior del camión que transporta la basura; pero a veces los desperdicios están podridos y el trabajo se complica, pues les ha tocado recoger uno que otro animal muerto, comentó José Alberto.
Bajo los inclementes rayos del sol, don Emilio dijo que están muy al pendiente con los desperdicios de los mercados, los cuales deben ser recogidos a diario, ya que se pudren con facilidad.
Otra situación que complica la “chamba”, según comentaron, es que hay personas que se aprovechan de que ellos se encargan de recoger la basura en los parques, y dejan los desperdicios del hogar en estos lugares. (Para continuar leyendo este reportaje, consulta la última versión impresa de la revista Desde el Balcón)