Aseguran que programas como la Cruzada Contra el Hambre son sólo paliativos que no solucionarán el problema de marginación.
Mérida, Yucatán, 21 de febrero de 2014.- En los últimos diez años se ha recrudecido la situación de pobreza y marginación en Yucatán, y la estrategia de focalizar programas asistenciales a unas cuantas localidades sólo es una paliativo ante estos graves problemas, aseguró el doctor Jesús Lizama Quijano, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Unidad Peninsular.
Según encuestas sobre marginalidad indígena en el estado que ha realizado el CIESAS en los años 2004, 2008 y 2012, la situación de pobreza se agudiza en la población yucateca, siendo el sector de los más de 500 mil mayahablantes los que se encuentran en mayor desventaja.
“Podemos decir que en los últimos diez años pasamos de una situación de relativa mejoría a un recrudecimiento de las condiciones de vida de la población, debido a la falta de satisfactores económicos para poder vivir”, agregó en entrevista concedida a Desde el Balcón.
Señaló que los altos índices de pobreza en Yucatán que arrojaron esas investigaciones, pueden reflejarse en la falta de sueldos dignos que le permita a la gente tener la posibilidad de financiar todos los gastos que la familia necesita.
En ese sentido, señaló que programas asistenciales como la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que en el estado se aplica en los municipios de Mérida y Tahdziú, son paliativos que tienen el único objetivo de solucionar las condiciones de pobreza de manera inmediata y temporal.
“Mucha más gente en Yucatán tiene hambre, focalizar este programa en sólo dos localidades es un referente de que no existe la intención de realizar un cambio de estructura social, económica o política; hay muchos otros municipios donde los índices de pobreza se han elevado drásticamente”, recalcó el especialista.
Como ejemplo, señaló que según datos de la encuesta elaborada en 2008 a pobladores mayas que radican en Mérida, el 75 por ciento de jefes de familia sólo habían estudiado la primaria, así que no contaban con la capacitación para encontrar un mejor trabajo, y por consiguiente vivían con dos salarios mínimos al día.
“Encontramos, en el mejor casos, que apenas vivían con cien pesos diarios, dinero que se iba para la comida básicamente, y quedaban pendientes otros satisfactores como la educación, vestimenta y la salud”, sostuvo.
Al hablar de la más reciente encuesta realizada en el 2012 –que no sólo abarcó a municipios de Yucatán, sino de cinco entidades más del país- Lizama Quijano dijo que datos recabados corroboran la sinonimia “entre gente pobre y gente indígena”.
“Históricamente se ha ligado a la población indígena con la pobreza, llegan a ser sinónimos, y en Yucatán los poco más de 500 mil mayahablantes tienen la más clara desventaja, no sólo para reproducir su cultura y su lengua, sino para desarrollarse en su vivir cotidiano”, explicó.
“En esta muestra general (de la investigación) encontramos una depreciación del salario (en los municipios rurales principalmente), es decir, con el mismo sueldo se compran menos cosas, y ahora en 2014, por ejemplo, aumentó el costo del pasaje de las líneas camioneras (foráneas) y la gente paga el IVA, es decir, un costo adicional que demuestra que el salario va quedando rezagado ante las condiciones cotidianas del vivir diario”, finalizó. (Herbeth Escalante)