La ley se ha visto descafeinada respecto al proyecto original.
Roma, 26 de febrero de 2016.- Se trata tan solo de una victoria a medias. El Gobierno de Matteo Renzi logró este jueves que el Senado italiano diera luz verde —con 173 votos a favor y 71 en contra— a una ley de uniones civiles entre parejas del mismo sexo, pero tan descafeinada que cualquier parecido con el proyecto original de la senadora Monica Cirinnà, del Partido Democrático (PD), es pura coincidencia. Si bien los homosexuales italianos tendrán por fin derecho a regularizar su situación, la nueva ley —que aún deberá pasar por el tamiz de la Cámara de Diputados— excluye la posibilidad de que uno de los miembros de la pareja adopte a los hijos naturales de su cónyuge y también el llamado “compromiso de fidelidad”, una cláusula que sí incluyen las uniones civiles heterosexuales, estableciendo una pequeña —y simbólica— diferencia con las homosexuales.
La poda del proyecto original tiene como objetivo que las uniones gais se parezcan lo menos posible al matrimonio católico. La frase desafortunada del día se la adjudicó, de nuevo, Angelino Alfano, exdelfín de Silvio Berlusconi, líder del Nuevo Centroderecha (NCD) y actual ministro del Interior. “Hemos evitado”, ha dicho, “una revolución contra natura y antropológica”.
Además de los habituales rifirrafes parlamentarios —los senadores del Movimiento 5 Estrellas (M5S) optaron por no participar en la votación—, la tramitación de la ley también ha tenido gran repercusión en la calle y en los medios, con manifestaciones a favor y en contra y encendidos debates en los que la Iglesia católica no ha permanecido al margen. Hasta el secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, mostró el martes su alegría tras conocer que la posibilidad de adoptar al hijo de la pareja quedaba excluida del proyecto. “Hay que evitar”, advirtió, “todo tipo de ganzúas que equiparen las uniones civiles con el matrimonio”. La presión de sus socios de Gobierno y del ala católica de su propio partido determinó que Renzi prefiriera finalmente presentar a la aprobación del Senado una ley demediada que aplazar sine die el proyecto original.
Las voces más críticas con el borrador presentado el pasado 2 de febrero por la senadora Cirinnà advertían de que reconocer el derecho de adopción de los hijos naturales del cónyuge constituiría la puerta de entrada a la gestión subrogada, prohibida en Italia y otros países del entorno, incluida España. La eliminación de esa cláusula, unida a la supresión del compromiso de fidelidad, ha provocado que nadie haya quedado plenamente satisfecho con el resultado, ni los sectores más conservadores representados por Forza Italia y la Liga Norte ni tampoco los colectivos de gais y lesbianas, que durante semanas han demostrado una considerable capacidad de movilización en prácticamente todas las ciudades del país.
La diputada Monica Cirinnà admitió que se trata de una victoria agridulce. “Es una victoria con un agujero en el corazón”, dijo, “solo un primer paso, porque es una ley importantísima, pero también pienso en los hijos de tantos amigos que no podrán ser adoptados por quienes consideran sus padres o sus madres. Debemos seguir dando pasos. Estamos solo a la mitad del camino”. (El País)