El partido de Mandela en decadencia

La Alianza Democrática (AD), asociada tradicionalmente a la minoría blanca, ha ganado fuera de Ciudad del Cabo

Sudáfrica, 06 de agosto de 2016.- Por primera vez desde 1994 el histórico CNA, el partido de la liberación, el de Nelson Mandela, ha obtenido menos del 60% del apoyo en las urnas. Y por primera vez, el principal partido de la oposición, la Alianza Democrática (AD) -asociada tradicionalmente a la minoría blanca- ha ganado fuera de Ciudad del Cabo.

 

Los síntomas del desencanto entre la población sudafricana se han evidenciado en una de las derrotas más simbólicas: la de Nelson Mandela Bay (la rebautizada Port Elisabeth).

Veintidós años después del cambio político en Sudáfrica, del fin del régimen racista del apartheid, la mayoría negra ha elegido a un blanco como alcalde: Athol Trollip.

 

El AD le ha arrebatado este feudo costero al CNA -un golpe muy duro a la confianza del partido- pero además, se ha hecho fuerte en Johannesburgo y Tshwane (Pretoria), las capitales económica y administrativa del país. Ciudad del Cabo, la capital legislativa, ya es AD.

 

En las redes sociales, el bullicio y las bromas han aliñado este bautizo a la nueva era. Y han castigado con humor la prepotencia del presidente Jacob Zuma, que ya no se puede presentar a las próximas generales, en 2019. La etiqueta #IfDAwins (“si gana la AD”) se ha convertido en tendencia en la red y el tuit con fotomontaje en el que aparece Jesucristo paseando entre sudafricanos recordaba la declaración de Zuma en 2014 “el Congreso Nacional Africano gobernará hasta el retorno de Cristo”.

 

El ex secretario general del sindicato COSATU, Zwelinzima Vavi, el autor del tuit, anunciaba que había “ el Mesías ha sido visto en las calles”.

 

La serie de escándalos de corrupción que han manchado a las élites gubernamentales. Con el mismo presidente Jacob Zuma como protagonista, han contribuido a la caída electoral.

 

A Zuma se le obligó a devolver dinero público que usó de manera fraudulenta para renovar su lujosa mansión privada de Nkandla. Pero el cambio lleva años fraguándose. Y además del desempleo galopante, la enorme brecha de desigualdad o los altos índices de crimen, que no llegan a paliarse a pesar de las promesas, se han añadido episodios tan dramáticos como la masacre de Marikana, en la que la policía sudafricana disparó con balas reales a una manifestación de mineros, matando a 34 trabajadores.

 

La elección de Mmudi Maimane, negro, para liderar la AD, ha dado buenos resultados al partido de la oposición. La entrada en el panorama del partido de los Combatientes por la Libertad Económica (EFF, en sus siglas en inglés), los agitados de Julius Malema, también ha removido ligeramente el tablero. Pero la verdadera lección es que el Congreso Nacional Africano va perdiendo paulatinamente la carta blanca, mientras se sigue construyendo la compleja democracia sudafricana. Los ciudadanos, estudiantes, trabajadores sudafricanos protestan, se expresan y votan cada vez con más elementos y más exigencias.