Encontró la palabra de dios en el CERESO, “en donde aprendió a perdonarse”
Mérida, Yucatán, 14 de abril de 2017.- Fue en prisión en donde conoció la palabra de dios, y ahí, tras las rejas del Centro de Reinserción Social (CERESO) de Mérida predica el evangelio a los otros internos. Se trata del recluso Juan Luis Canul Poot, de 42 años de edad, quien este viernes santo interpretó el papel de Jesús en el viacrucis que se realizó en esa cárcel meridana.
“No porque tengamos problemas o hayamos cometido un delito tenemos que abandonar a dios, él está primero, y tenemos que pedirle más fuerza para que nos ayude a salir adelante; pero sobre todo, siempre arrepentirnos por lo malo que hemos hecho y empezar una nueva vida, trabajar en nuestros defectos y hacer el bien”, declaró el interno.
Él fue sentenciado a 15 años de prisión, por cometer el delito de violación equiparada y abuso sexual agraviado. Apenas lleva 2 años y seis meses en el CERESO, pero recalcó que con “la voluntad de dios nada es imposible, y sé que por mi buen comportamiento pudiera salir antes”.
Forma parte del coro de la iglesia del penal de Mérida, en donde evangeliza a sus compañeros del Módulo C2 y a los que se encuentra en las otras áreas comunes. “Les digo que no porque hayan cometido algo malo dios no los va a aceptar, al contrario, les invito a que se acerquen a su palabra y que se arrepientan”, agregó.
Debido a su constante participación en las actividades religiosas, la Pastoral Penitenciaria lo invitó para que interprete a Jesucristo en el viacrucis de este viernes santo en la cárcel, papel que, cómo él mismo declaró, aceptó con mucho gusto “para que se cumpla la voluntad de dios”.
Junto con otras 33 personas, entre internos y familiares, ensayaron durante tres meses para representar las últimas horas de la vida de Jesús, en uno de los eventos más importantes de la fe católica.
En los distintos puntos del Área de Procesados del CERESO, actuaron en la pasión y muerte de Cristo, mientras decenas de reclusos observaban o los acompañaban en las diferentes estaciones del viacrucis, que incluyeron las caídas de Jesús y su crucifixión, entre otras.
“Mi representación en el viacrucis y mi condena de 15 años de prisión se lo dedico a Jesús, quien se merece eso y más porque él dio su vida por nosotros. Me ha bendecido mucho, en el CERESO no me ha faltado nada, aquí conocí la paz y su palabra”, sostuvo Canul Poot, originario de la hacienda Tebec del municipio de Umán.
Jesús fue enjuiciado en el penal meridano, porque así lo exigió el pueblo judío a Poncio Pilatos, quien luego de lavarse la manos aceptó la condena que le impusieron al hijo de dios. En el acto liberaron a Barrabás, representado por el recluso Víctor Moo Cano, quien salió gritando “gracias pueblo, ya soy libre, ya me voy”, mientras los asistentes se reían.
El condenado caminó por diferentes puntos del CERESO, cargando una pesada cruz de madera, al momento de que varios internos urdían hamacas, hacían trabajos de carpintería, cocinaban o convivían con sus familiares, ya que este viernes al ser festivo, fue de visitas.
El hijo de dios fue crucificado en el patio del penal junto con dos ladrones, Gestas y Dimas, interpretados por los reclusos Gabriel Cervera Flores y Adrián González Ku, respectivamente, mientras que su madre María -representada por la señora Martha Patricia Cepeda Chan, familiar de un interno-, lloraba al pie de la cruz.
“Aquí adentro no me esperaba encontrar a dios, pero así fue, gracias a la tranquilidad y respeto que existe, porque hay iglesias y templos. Tenemos muchos privilegios, y eso nos motiva, porque nos damos cuenta que vale la pena portarse bien, y perdonar a los que nos hicieron daño, pero sobre todo perdonarnos a nosotros mismos”, sostuvo Canul Poot.
Señaló que en sus ratos libres, sale de la celda a las áreas comunes para llevar la palabra de Jesús a los internos, principalmente para que a través de su mensaje, pueda ayudar “a los que han caído en los vicios”.
“Les digo a mis compañeros que sí se puede, con la palabra de dios yo logré dejar de tomar, de fumar y de drogarme, que se acerquen a él”, indicó el interno, quien está aprendiendo a tocar la guitarra para formar un coro en su propio módulo, el C2.
“Yo le he pedido perdón a dios por cada cosa que he hecho, él conoce mis pecados, sabe qué hice y qué no hice. Yo le digo a mis compañeros que se acerquen a pesar de haber hecho cosas malas, porque el amor de Jesús es infinito”, finalizó.
Por su parte, Francisco Brito Herrera, director del penal, declaró que este evento religioso sirve para confirmar la fe y la esperanza de las personas privadas de su libertad y para unirlos aun mas con sus familias, “porque son momentos de reflexión, para analizar su vida, y también de arrepentimiento”.
Dijo que los propios internos piden participar en el viacrucis cada año, y que este tipo de actividades sirven para su reinserción y rehabilitación. (Herbeth Escalante; fotografías de Cuauhtémoc Moreno)