Prefieren ser sicarios que académicos o profesionales.
México, 24 de abril de 2014.- El sistema político y económico actual ha generado que el Estado y sus instituciones ya no ofrezcan opciones para que la juventud goce de un presente digno. Esta omisión estatal ha sido aprovechada por el crimen organizado, que se ha dispuesto a brindarles posibilidades de identificación, sobre todo económicas, para reclutarlos. Incluso, en varias ciudades han aparecido grafitis en los que los adolescentes aseguran que prefieren morir pronto, pero con dinero, a vivir muchos años en la pobreza.
Se expresó lo anterior en la mesa de análisis sobre el impacto de la violencia en niños y jóvenes, dentro del foro internacional Víctimas y guerra contra las drogas, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Alfredo Nateras Domínguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa, señaló que las instituciones sociales ya no ofrecen sentido ni significado en la construcción de la vida cotidiana y social de los jóvenes.
«Nuestros jóvenes están socializando en la calle, de tal suerte que el Estado no está ofreciendo modelos identificatorios para construir un presente digno de vida, como formar una familia o tener ciertos recursos. Así es que, nos agrade o no, el crimen organizado lo ha aprovechado y les brinda esos modelos, al grado de que es visto como algo atractivo.»
Nateras apuntó que los jóvenes prefieren hacerse criminales o sicarios en lugar de ser académicos o tener alguna otra profesión. «La pobreza es una de las características a partir de estos contextos, en los que se está construyendo la violencia e impacta a niños, adolescentes y jóvenes. Una cualidad que hace a la condición juvenil contemporánea en América Latina y en México es la precariedad». Nateras refirió que en México uno de cada tres chicos es pobre, no sólo material sino simbólicamente, lo cual afecta su vida cotidiana, afectiva, amorosa y social.
El académico indicó que la familia, la escuela, el trabajo y los políticos ya no representan ni ofrecen opción alguna para el desarrollo juvenil, pues en muchas ocasiones la primera es el espacio donde son violentados (seis de cada diez han visto violencia en su casa y cuatro de cada decena la han padecido); la escuela ya no ofrece posibilidades para mejorar socialmente; en el ámbito laboral, los jóvenes son los peor pagados y los más explotados y no pueden generar garantías de seguridad para un proyecto presente, y los partidos políticos son la institución en la que más desconfían.
El investigador subrayó que debe apostarse al impulso del arte, la educación y la cultura en términos formativos, a partir de los cuales pueda construirse otra visión de ciudadanía.
En su turno, Elva Cárdenas Miranda, directora de Protección a la Infancia del DIF nacional, sostuvo que la familia se ha convertido en el primer espacio donde se violenta a niños y jóvenes. Y es imitando lo que ven en sus hogares como los menores aprenden a ejercer o padecer la violencia.
«La familia ha sido la principal expulsora de niños y adolescentes a todas las desventajas de exclusión social», finalizó. (La Jornada)