Ambas leyendas del rock iberoamericano ofrecieron un emblemático concierto en la ciudad, e incluso cantaron a dueto
Mérida, Yucatán, 26 de octubre del 2014.- Anoche, el público yucateco “perdonó” a Enrique Bunbury, y ovacionó de pie la calidad musical de Andrés Calamaro, en uno de los conciertos más emblemáticos del año en Mérida.
Calamaro fue el primero en tocar los acordes de las poderosas guitarras, abriendo con su clásica “Alta Suciedad”. También interpretó «Flaca», «Cuando no estás», «Sin documentos», entre otras.
La gente coreó “Mil Horas”, mientras al fondo, en la pantalla gigante pasaban imágenes de la cantante grupera Mariana Seoane y la Sonora Dinamita, quienes también han interpretado su propia versión de esa canción en las radios cumbancheras.
Estaba de buen humor, al grado de que se burló de uno de sus músicos que esa noche no pudo tocar, pues se enfermó horas antes del concierto, y tuvo que ser internado en un hospital de la ciudad.
Después cedió el turno a Bunbury, quien “bajó de una nave espacial” para, por fin, encontrarse con sus fans yucatecos, luego que en dos ocasiones, en años anteriores, canceló sus presentaciones “por cuestiones climatológicas”.
“Tenemos una deuda pendiente, y esta noche la vamos a saldar”, fueron las primeras palabras del español, quien interpretó “El Extranjero”, “Sí”, “El Club de los Imposibles”, “Lady Blue”, entre otras.
Al final del recital, Calamaro regresó con su pianista para cantar a dueto con Bunbury, lo que generó que, ahora sí, todo el público que se reunió en El Coliseo, se levantara a cantar.
Ambos músicos incluso interpretaron canciones emblemáticas del extinto grupo español de donde surgió Bunbury, los Héroes del Silencio, como “Maldito Duende” y “Apuesta por el Rock and Roll”.
Uno de los momentos más emotivos del concierto, fue cuando juntos, a manera de homenaje, cantaron “Crimen”, del recién fallecido cantautor argentino Gustavo Cerati, uno de los iconos del rock latinoamericano.
También tocaron “Te Solté la Rienda”, mientras Calamaro se mofaba de Bunbury, imitando los movimientos exagerados de caderas, pasos y manos del español. (Herbeth Escalante)