Auténticamente penosas y desatinadas las versiones del presidente del PRI, Carlos Pavón Flores, quien anunció que su partido no tomará cartas en el asunto ni mucho menos investigará las denuncias de su ex candidata a la alcaldía de Progreso, Jéssica Saidén Quiroz, acerca de una posible «traición» de parte de otros grupos priistas y funcionarios que supuestamente colaboraron para que perdiera la elección del pasado 7 de Junio.
La denuncia de Saidén Quiroz es grave y delicada, y de ninguna manera puede verse como de «carácter personal y sin pruebas» como sostuvo el dirigente partidista. Que recuerde el líder priista en Yucatán que su partido la postuló como su candidata y que si ella está asegurando que hubo «traición interna», en el que están involucrados otros militantes de su partido, es su obligación -mínimo- confirmar o descartar.
La aspirante priista se supone es militante y fue candidata y no compitió en las pasadas elecciones sola, sino postulada por su partido, no jugó pues, como candidata a «reina de la primavera», por lo que son infantiles las opiniones del dirigente partidista.
Estaría obligado -por el bien de su organización y de los priistas- a verificar qué tan cierto es lo que dice su candidata y de paso, buscar esclarecer qué fue lo que pasó en los comicios del puerto de Progreso, un reducto favorable al priismo desde tiempo memorial.
Por otro lado, se sabe que Saidén Quiroz luchará jurídicamente porque se esclarezca el «cochinero» electoral que dice hubo en el puerto de Progreso el pasado 7 de Junio, y todo indica -por lo pronto- que lo hará sola, pues su partido ya prefirió olvidarse de ese tema. Ese es el rostro de la dirigencia estatal priista. (desdeelbalcon.com)