Las claves del discurso que debe ayudar a cerrar las divisiones del Partido Demócrata
Philadelphia 26 de julio de 2016.- Tras una de las jornadas más difíciles en la historia reciente del Partido Demócrata, la candidata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, obtuvo el aval más preciado de su candidatura. En un discurso ante la convención demócrata de Filadelfia, el senador Bernie Sanders pidió el voto para Clinton, su rival en el proceso de elecciones primarias, pero prometió que su movimiento progresista —la revolución política, en sus palabras— continuará.
«Basado en sus ideas y su liderazgo, Hillary Clinton debe convertirse en la próxima presidenta de Estados Unidos”, dijo Sanders. Después, enumeró todas las políticas —de la educación a la sanidad, de la economía al cambio climático— en las que Clinton adopta posiciones progresistas. Se trataba de dar la bendición izquierdista a una candidata que muchos votantes creen demasiado centrista, demasiado próxima a las élites económicas y políticas del país.
«Juntos hemos empezado una revolución política para transformar América. Y esta revolución, nuestra revolución, continúa», dijo en otro momento.
Las imágenes de división marcaron el inicio de la convención. La lista de agravios de los sanderistas era larga. Los ejemplos más recientes son la revelación, en correos electrónicos filtrados a Wikileaks, de las maquinaciones del partido en favor de Clinton, o el nombramiento del senador Tim Kaine, un centrista, como candidato a la vicepresidencia.
El caso de los emails forzó la dimisión de Debbie Wasserman Schultz, presidenta del Comité Nacional Demócrata. Con el discurso clintoniano de Sanders, los demócratas han dado un paso en el proceso de sanación.
El discurso de Sanders fue una esmerada tarea de persuasión para sus seguidores, muchos de los cuales rechazan frontalmente a Clinton. El objetivo era demostrar que con Donald Trump en la Casa Blanca las causas progresistas sufrirán un retroceso enorme, alejar de los cantos de sirena del trumpismo a los sanderistas más hostiles a Clinton. “Hillary Clinton entiende que si alguien en América trabaja 40 horas por semana, esta persona no debería vivir en la pobreza. Entiende que debemos elevar el salario mínimo hasta el nivel de un salario para vivir”, dijo antes de enumerar las credenciales progresistas de su antigua rival y ahora candidata. Para Sanders, un argumento decisivo es el programa demócrata, consensuado con los partidarios de Clinton y uno de los más progresistas en años.
La revolución
Apoyar a la pragmática Clinton no significa para Sanders enterrar su revolución, el movimiento progresista que ha galvanizado a millones de ciudadanos y ha forzado un viraje a la izquierda del Partido Demócrata. “Las jornadas electorales van y vienen”, dijo. “Pero la lucha de las personas para crear un gobierno que nos represente a todos y no sólo al 1%, un gobierno basado en los principios de la justicia económica, social, racial y medioambiental, esta lucha continúa”. A partir de hoy, el sanderismo ya forma parte de la identidad demócrata. El partido —y Clinton, si gana en noviembre— no podrá prescindir de él y sus ideas. (Con información de El País)