«Hillary a veces no recibe el reconocimiento que merece», dice el presidente en el primer acto de campaña en el que participa para apoyar a la candidata
New York 06 de julio de 2016.- En otro tiempo rivales feroces, Barack Obama y Hillary Clinton compartieron este martes escenario en su primer mitin conjunto y escenificaron un cierre de filas del partido en torno a Clinton que contrasta con el desconcierto y las divisiones que aún provoca la candidatura del empresario Donald Trump entre los republicanos. Obama irrumpió en la campaña con un encendido alegato a favor de la ex secretaria de Estado, a quien designó así garante de su legado.
“Creo en Hillary Clinton”, dijo en Charlotte (Carolina del Norte), un Obama entusiasta, que recordaba a la fiebre que desataba en los mítines de 2008. “Todo el mundo sabe tuitear”, dijo lanzando un dardo a Trump, pero gobernar es diferente “y Clinton ha sido probada, ha estado en las reuniones, ha participado en la toma de determinaciones y ha visto las consecuencias de lo que funciona y lo que no”. El presidente se declaró listo para «pasar el testigo» a quien considera «la persona más preparada que ha habido nunca» para la presidencia estadounidense.
Apenas unas horas antes, el FBI había anunciado que no recomendará a la Justicia americana que se impute a Hillary Clinton por su descuidado manejo de información clasificada cuando era secretaria de Estado y dejó prácticamente despejado de la candidata demócrata uno de sus mayores obstáculos en la carrera a la Casa Blanca. Luego se subió al avión presidencial para volar a Charlotte junto al presidente. En los libros que se escriban sobre las elecciones de 2016, la de este martes será una fecha marcada a fuego.
El apoyo de Obama es un activo de oro para Clinton. El presidente goza de un ratio de aprobación del 56% a escala nacional, el más alto desde la ejecución de Osama bin Laden, y puede ayudarle a conectar con el voto joven que se le ha resistido a Clinton.“Hillary no recibe a veces el crédito que se merece”, dijo Obama en este sentido, debido a la atracción por “lo nuevo” del electorado, algo de lo que, según admitió, él mismo se había beneficiado, pero que puede llegar a un absurdo: “Que haber hecho cosas, haber estado en la trinchera, no fuera una virtud”.
La de Obama y Clinton ha sido una relación difícil: su enfrentamiento en las primarias de 2008 resultó encarnizado pero luego la nombró secretaria de Estado, un papel que ahora le sirve de credencial como aspirante a comandante en jefe de Estados Unidos. Ambos recordaron aquella dura pelea. «Pude ver lo inteligente y preparada que estaba, en los debates me sacudía, se sabía cada hecho, cada detalle», dijo. “Ella es una mujer de Estado que nos hará sentir orgullosos en todo el mundo”, frente a una alternativa de “bravuconadas que no nos harán sentir más seguros”.
La ex primera dama también ensalzó los mandatos de Obama, a quien reconoció haber evitado «una segunda Gran Depresión» tras la gran crisis financiera de 2008 y quien, recordó, fue el presidente bajo cuyo mandato se ejecutó a Osama bin Laden, principal responsable del 11-S.
Ni John McCain exhibió a George W. Bush hace ocho años, lastrado por la guerra de Irak, ni Al Gore se arrimó a un Bill Clinton manchado por el escándalo sexual. Pero Hillary Clinton ya ha abrazado el legado de Obama como defensa ante los ataques de su rival en la carrera demócratas, Bernie Sanders, quien oficialmente no se ha retirado, aunque ya no tiene opciones. Sanders, un veterano izquierdista, quiere mantener su candidatura hasta la convención demócrata, a finales de julio en Filadelfia, aunque se ha comprometido a apoyar a Hillary Clinton. También la ha apoyado en mítines la senadora Elizabeth Warren, azote de Wall Street y representante de la corriente más progresista del partido, lo que le supone un aval frente a quienes rechazan a Clinton por encarnar el poder delestablishment.
En frente tiene al empresario Donald Trump, advenedizo como republicano y como político, con un discurso extravagante y a menudo racista y misógino, que ha ganado la nominación conservadora para sorpresa de su partido y del mundo.
Pero a Clinton, favorita hoy por hoy en los sondeos, le quedan cuatro meses de batalla contra Trump. Obama ya comenzó la campaña la semana pasada, cuando utilizó contra el magnate neoyorquino el tono más duro hasta ahora y le acusó abiertamente de xenófobo: “Las personas que nunca se han preocupado por un trabajador; que nunca han luchado por cuestiones sociales, no son populistas porque digan algo controvertido para obtener votos. Eso es más bien xenofobia, o aún peor, es cinismo”, dijo la semana pasada en Canadá, durante la cumbre de la alianza comercial de América del Norte, respondiendo al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, quien llamó populista a Trump.
Las elecciones presidenciales de noviembre, continuó este martes, no consisten en una disyuntiva «entre izquierda o derecha, demócratas o republicanos», sino «entre anclarse a un pasado imaginario o construir el futuro». Obama recordó que los republicanos han estado bloqueando en el Senado medidas económicas de su Adminsitración y recalcó que «si la pregunta es quién se va a ocupar de las familias trabajadoras», su voto no podía ir para los conservadores y un candidato que, dijo, «quiere eliminar el salario mínimo federal, cuando hay que subirlo». «Ni siquiera los republicanos saben de qué habla» Trump, se mofó. (El País)