La X Conferencia de la guerrilla termina con un cúmulo de buenas intenciones pero pocas concreciones después de 52 años de guerra
Llanos del Yarí 24 de septiembre de 2016.- A las 18.00 de la tarde del 23 de septiembre de 2016, las FARC-EP dejaron de existir como grupo armado. “Por fin tenemos una segunda oportunidad sobre la Tierra”, ha dicho Timochenko, comandante en jefe de la guerrilla más antigua de América Latina, sobre el gran escenario que corona el recinto donde desde hace una semana se celebra la X Conferencia de la insurgencia. Acompañado de todo el Estado Mayor y el Secretariado, los órganos de dirección de la guerrilla, volvió a dar por acabada la guerra, jaleó a la paz de Colombia y refrendó, en nombre de sus camaradas, los acuerdos de paz negociados en La Habana durante los últimos cuatro años. No dio, sin embargo, muchos detalles de lo que será la futura formación política.
En las sabanas del Yarí, al suroriente del país, donde la guerra vivió sus peores momentos durante este medio siglo de confrontación, Timochenko ha entregado un discurso de reconciliación nacional con pocas sorpresas, ante una multitud de camaradas y unos cuantos invitados especiales como el portero René Higuita, Piedad Córdoba, exsenadora e Imelda Daza, líder de la Unión Patriótica, entre otros. Tras siete días de trabajo, con sesiones maratónicas en las que han participado más de 200 delegados llegados de distintos bloques de Colombia y otra multitud de guerrilleros invitados, no ha querido adelantar cómo será la formación política que se empezará a construir tras este evento. Ha sido Iván Márquez, miembro del Secretariado y jefe negociador en Cuba, momentos antes, el encargado de anunciar que “a más tardar” el próximo mayo se celebrará el Congreso fundacional, “si se implementan los acuerdos de La Habana”.
La guerrilla tiene asegurados cinco curules (escaños) en el Parlamento después de las elecciones presidenciales de 2018, pero muchos de sus responsables saben que el plazo es demasiado corto para consolidar el apoyo popular necesario. Al Congreso se llegará con una nueva y ampliada dirección, según ha avanzado Márquez, que será la responsable del programa, el estatuto y la línea política, además de definir su funcionamiento. “Comenzará con los ya excombatientes guerrilleros pero tendrá que ampliarse a otros sectores”, ha asegurado el comandante Pastor Alape. “Habrá debates internos, espacios asamblearios y de dirección en un marco de democracia interna. No será una organización vertical”.
En ningún momento, a lo largo de la semana, ha habido duda de que la “línea histórica de cohesión” de las FARC, en palabras de los comandantes, se iba a torcer. La esperada aprobación unánime de los documentos de La Habana confirma que la insurgencia tiene en los acuerdos el punto de apoyo sobre el que sujeta cualquier paso a dar a partir de este momento. “La llegada de la guerrilla a las zonas veredales se hará cuando todo lo acordado esté en firme, incluida la ley de amnistía”, ha insistido Carlos Antonio Lozada, miembro del Secretariado. A partir del denominado Día D, el 26 de septiembre con la rúbrica en Cartagena, las FARC tendrán 30 días para comenzar con el traslado. La comandancia confía en que el Congreso recurra a los mecanismos de tramitación rápida de los que dispone para que se cumplan los plazos firmados en los acuerdos.
El llamamiento a una gran convergencia de fuerzas para implementar los puntos del proceso de paz que ha hecho Timochenko ya había resonado con fuerza en las ruedas de prensa de la Conferencia. Alape y Lozada se habían encargado de explicar que el partido que surja buscará alianzas con diversos sectores “y no solo los de izquierda”. El objetivo final, en palabras de Márquez, es “propiciar un proceso constituyente que conduzca a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente”. Desde que comenzara el proceso de paz en Cuba, y especialmente en sus etapas finales, las FARC han luchado por un cambio en la Carta Magna. Aceptaron el plebiscito del próximo 2 de octubre como mecanismo de refrendación tras largas discusiones, pero en la clausura han reconfirmado que no se conforman con la modificación que dará rango constitucional a lo pactado.
“Llega una gran transformación política, social y cultural que los colombianos no alcanzan a imaginar”, ha dicho el comandante en jefe. Las FARC transitarán a la legalidad como formación política para que “no sea necesario volver a alzarse en armas” y tendrán que adaptarse a lo que denominan “la democracia burguesa” desde dentro. A la espera de lo que se concluya en el Congreso del próximo mayo, líderes como Alape ya han adelantado que no buscarán “la transformación hacia el socialismo”. La guerrilla ha ido cambiando su discurso bélico hacia uno más político en el que ya se atisban claras estrategias para no vincularse con una única opción ideológica. “Cuando llegue el momento nos acogeremos a la ley de partidos vigente en Colombia y tendremos que dar soporte de nuestros ingresos”, ha añadido Lozada reafirmando la intención de formar parte del sistema con el que no están del todo de acuerdo.
En la distancia que han querido marcar con el Estado al que se van a incorporar ha habido un punto de encuentro: las víctimas. “Tendrán su reconocimiento y en el esclarecimiento de la verdad, a través de la Justicia Especial, se determinarán las responsabilidades en el conflicto, incluidas las nuestras”. El comandante en jefe de las FARC también ha tenido un recuerdo para el presidente Juan Manuel Santos por “haber iniciado las negociaciones y por su empeño en la firma final”.
Termina medio siglo de confrontación fratricida en Colombia. La guerra que ha dejado cerca de ocho millones de víctimas. Las armas de las FARC se entregarán al mecanismo de verificación de la ONU y se fundirán en tres monumentos que ratifiquen la no repetición. Falta que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) inicie su proceso para que de verdad los fusiles y las balas dejen de silbar en América Latina.