El derrocado mandatario es sentenciado por el asesinato de manifestantes en 2012; su situación contrasta con la absolución del ex dictador Hosni Mubarak.
EL CAIRO, 21 de abril de 2015.- El derrocado presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, fue condenado el martes por un tribunal a 20 años de prisión por el asesinato de manifestantes en 2012, un veredicto pionero contra el primer líder del país elegido libremente.
El fallo, que puede ser apelado, refleja la dramática caída de Mursi y los drásticos retos que enfrentó Egipto desde la revuelta popular de 2011 que obligó al autócrata Hosni Mubarak a dejar su cargo tras décadas en el poder.
Mursi y su partido, Hermandad Musulmana, ascendieron rápidamente al poder en los comicios celebrados tras la caída de Mubarak, pero solo un año más tarde se encontraban entre rejas luego de que cuando millones de personas protestaron en la calle contra ellos por abuso de poder y el Ejército derrocó al gobierno.
Mientras Mubarak y los miembros de su gobierno son declarados inocentes de cargos penales que se les imputaban, Mursi y loa Hermandad reciben importantes condenas.
En la vista del martes, el juez Ahmed Yusef dio a conocer su veredicto mientras Mursi y otros acusados en el caso -la mayoría miembros de la Hermandad- permanecían de pie en una jaula insonorizada de cristal dentro de una corte improvisada en la academia de la policía nacional. Siete de los acusados fueron juzgados en ausencia.
Además de Mursi, 12 líderes de la Hermandad y partidarios islamistas, entre los que están Mohammed el-Beltagy y Esam el-Erian, fueron condenados también a 20 años de prisión.
Yusef retiró los cargos de asesinato y dijo que el fallo estaba vinculado a la «demostración de fuerza» y a las detenciones ilegales relacionadas con el caso.
El caso partió de actos violentos registrados en el exterior del palacio presidencial en diciembre de 2012. Partidarios de Mursi atacaron a manifestantes de la oposición, iniciando enfrentamientos en los que murieron al menos 10 personas.
Durante la sesión, Mursi y el resto de los acusados hicieron una seña alzando cuatro dedos, simbolizando la sentada de la mezquita de Rabaah al-Adawiya, donde cientos de personas murieron el 14 de agosto de 2013 luego de que fuerzas de seguridad dispersasen de forma violenta una reunión que congregaba a cada vez más partidarios del líder.
En vistas anteriores, Mursi y la mayoría de los acusados dieron la espalda al tribunal cuando Youssef reprodujo varias grabaciones de video de los enfrentamientos en el exterior del palacio presidencial en 2012.
Desde su exilio en la capital turca, Estambul, el máximo representante de la Hermandad, Amr Darrag, dijo que el fallo era «un día triste y terrible en la historia egipcia».
«Quieren poner una condena a cadena perpetua a la democracia en Egipto», agregó Darrag.
Bajo el gobierno del presidente Abdel Fatah al Sisi, que dirigía el Ejército que derrocó a Mursi, los miembros de la
Hermandad y otros islamistas se enfrentaron a juicios masivos que terminaron con multitudinarias condenas a muerte, provocando la condena internacional.
El propio Mursi tiene por delante otros cuatro juicios por cargos que van desde socavar la seguridad nacional a conspirar con grupos extranjeros y orquestar una fuga de prisión. Miles de miembros de la Hermandad están encarcelados por una variedad de cargos, la mayoría relacionados con la violencia que siguió al derrocamiento de Mursi en 2013.
Mursi está en una prisión de alta seguridad cerca de la ciudad mediterránea de Alejandría pero tras su detención pasó cuatro meses retenido en una localización no desvelada. (Excelsior)