En insufrible partido Argentina se cuela a semifinales

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Gracias a un gol de Gonzalo Higuaín frente a Bélgica, la Albiceleste vuelve a esta instancia después de 24 años de no hacerlo. 

BRASILIA, 5 de junio de 2014.– Un solitario gol de Gonzalo Higuaín, el primero que anota en el Mundial de Brasil, le bastó a Argentina para imponerse a Bélgica y plantarse en semifinales por primera vez desde Italia’90, cuando acabó segunda, por detrás de Alemania.

Como pasó frente a Suiza en los octavos de final, la numerosa afición argentina, que por momentos convirtió al Mané Garrincha de Brasilia en un auténtico ‘Monumental’ de Núñez, no vio un gol de Lio Messi, pero regresa ahora a Sao Paulo para la semifinal, que será el próximo miércoles frente a Holanda o Costa Rica.

En su vuelta a Sao Paulo, Argentina se lleva la resurrección de Higuaín, que firmó su mejor partido de un Mundial que hasta ahora le era ajeno y que, sobre todo, con su primer gol en el torneo aseguró un merecido triunfo albiceleste.

El partido se insinuó parejo desde el principio, con los equipos planteando un juego abierto, apostando en el toque y sin marcajes pegajosos, aunque el fortachón Witsel no se alejaba más de cuatro metros de Messi.

Igual, el delantero del Barcelona contó con espacios y, como siempre, encabezó casi todos los ataques de su equipo.

Lanzó a Lavezzi en el minuto 2 y más de una vez buscó y encontró la velocidad de Di María para poner en aprietos a los Diablos Rojos.

En el minuto 7, Messi robó un balón en el centro, lanzó a Di María, quien tocó mal, pero el rebote cayó en los pies de Higuaín, que con una media volea de primera batió a Thibaut Courtois.

Fue el primer gol del ‘Pipa’ en el Mundial y lo festejó como si fuera el del título. El delantero se animó, corrió y pidió el balón como nunca en este torneo.

Bélgica acusó el golpe y Argentina se encontró con su escenario ideal. Tocó y tocó en el sector medio a la espera de algún invento de Messi o una escapada de Di María, que encontraba espacios por no estaba en su día.

Tan así fue que, con media hora de juego, se estrelló otra vez contra un defensa belga y cayó al césped. Fue atendido, pero sólo resistió cinco minutos más y tuvo que ser sustituido por Enzo Pérez.

Con la salida de Di María, los argentinos perdieron velocidad, pero siguieron dueños del campo, dotaron a su juego de más cadencia y casi no pasaron por apuros ante una Bélgica que no reaccionaba.

Solamente en el minuto 41 Romero pasó por algún susto, cuando un cabezazo de Kevin Mirallas salió rozando un poste tras un preciso centro de De Bruyne, el jugador belga que más buscó el ataque.

En la segunda etapa no cambió el libreto. Argentina cómoda, con toque y en búsqueda del segundo, con el desborde de Lavezzi por la izquierda y un Messi intermitente, pero que era una pesadilla cuando aparecía.

Pero también con un Higuaín incisivo, que en el minuto 55 dejó atrás a cuatro belgas en una veloz carrera que comenzó en su propio campo y que acabó con el travesaño impidiendo el gol.

El técnico Marc Wilmots movió sus piezas. Sentó en el banquillo a Divock Origi, quien no hizo un buen partido pero a sus 19 años se ha convertido en el jugador más joven en disputar unos cuartos de final desde los tiempos de Pelé.

En su lugar entró Romelu Lukaku, que le dio más profundidad a un ataque belga que, sin embargo, seguía pecando de imprecisión.

Pero además de su falta de acierto, Bélgica chocó contra una defensa argentina sólida que hoy terminó de despejar las dudas con que llegó al Mundial.

Garay ganó todas de cabeza y por abajo. Basanta aprobó sobrado y Biglia y el ‘jefecito’ Mascherano fueron implacables en el centro del terreno.

Uno de los grandes momentos en el tramo final fue la salida de Higuaín. Salió en el minuto 80 bajo una estruendosa ovación y dejó claro que el goleador está de vuelta, y justamente cuando Argentina más lo necesita.

En el tiempo añadido, Messi chocó otra vez contra Courtois. Era su séptimo partido frente al portero del Atlético de Madrid en esta temporada y, como en los seis anteriores esta temporada, ganó el belga, que se queda con la anécdota.