Cada año habitantes de Pamuch retiran los restos de sus familiares del osario para limpiarlos y cambiarles el pañuelo.
Pomuch, Camp., 1 de noviembre de 2016.- Cada año cientos de turistas nacionales y extranjeros viajan a esta comunidad, perteneciente al municipio de Hecelchakán, Campeche, para observar a habitantes y panteoneros sacar los restos óseos de sus familiares para limpiarlos y luego regresarlos a su lugar.
Con pequeñas brochas retiran el polvo de las osamentas, cambian el pañuelo donde éstas reposan — el cual tienen bordado el nombre del difunto— y después los regresan al osario.
Hay que viajar mil 198 kilómetros desde la Ciudad de México a esta pequeña localidad de apenas cuatro mil habitantes.
Los pobladores tienen una gran cercanía con sus difuntos; la intención es celebrar con ellos los días de Muertos, después de haber montado un altar con velas, flores de cempasúchil, chocolate en agua, pibipollo (tamal elaborado en la región), así como dulces típicos de la entidad, como mazapán, frailes y merengues, además de los gustos que en vida gozaba el difunto, como bebidas embriagantes y tabaco; ancestral tradición que maravilla a propios y extraños.
Julieta Nagell asegura que nunca había visto algo similar, y sorprendida externó que esta tradición debe continuar, ya que son pocos lugares que preservan su identidad.
“Es fabuloso, es muy diferente… en Europa sabemos que la muerte es algo definitivo y ya, y nos da miedo, y aquí se convive otra vez con los antepasados.”
Por su parte, Gloria Elena Tapia Purques dice que en cada estado de nuestro país la tradición de Día de Muertos se celebra de manera diferente, situación por la que los turistas extranjeros se sorprenden del misticismo y el color con en el que los recordamos.
“La de nosotros es muy diferente, pero estar con el ser querido o el antepasado, que recuerdan en este día, es muy bonita.”
Este es un legado de los antiguos mayas y sólo se practica en este panteón, al menos en la Península de Yucatán, por lo que está en riesgo de desaparecer, pues además de que ya no hay espacio, algunos ya no continúan con esta práctica, debido a que el ritual ancestral es criticado por algunos grupos religiosos, por lo que prohíben a sus congregaciones realizar esta práctica.
Sin embargo, algunos pobladores, como Guadalupe Dzul, intentan pasar esta tradición a los pequeños integrantes de la familia y así preservar la convivencia terrenal con los muertos.
Para Guadalupe Dzul Kin’e, habitante de Pomuch, asegura que no renunciará a su tradición; cada año, limpia los restos óseos de sus difuntos, porque para ella es la continuación de la convivencia con sus seres queridos; si el difunto permanece enterrado ya no pueden convivir con ellos.·
“Los vengo a visitar y a limpiar; mi hija, en cambio , enterró a su hija y entonces no puede convivir con ella. Los de acá pues si se ven viene uno los limpia, los arregla y los vuelve acomodar”, puntualizó.
Por su parte, las secretarías de Turismo y de Cultura estatales trabajan en un proyecto para que esta tradición continúe en las escuelas, realizando concursos de ofrendas y catrinas para que así aumente el atractivo en los turistas. (Excélsior)