El segundo mandato de Dilma promete ser muy diferente del primero», dijo Antonio Correa de Lacerda, economista.
SAO PAULO, Brasil, 1 de enero de 2014.— La presidenta Dilma Rousseff prestó juramento para un segundo mandato de cuatro años, en los que pidió la confianza de los brasileños para aceptar cambios en la economía que estimulen el crecimiento.
La ceremonia —que arranca con un tradicional desfile de investidura en Brasilia, la capital, en un Rolls Royce 1952 usado por todos los presidentes— es resguardada por 4 mil policías y bomberos. Concluirá con un discurso en la sede del poder ejecutivo, el Palacio de Planalto, en el que se espera que justifique los ajustes en la economía para retomar el crecimiento.
El gobierno informó que 14 jefes de Estado asistirán a la juramentación. Entre ellos están el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Chile, Michelle Bachelet. Los vicepresidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Li Yuanchao, también estarán presentes. Biden tendrá un encuentro después de la ceremonia de nombramiento de gabinete con la presidenta.
Las tomas de posesión en Brasil ocurren en año nuevo desde 1997.
Aunque fue reelegida en octubre tras una victoria estrecha, Rousseff tiene frente a si retos importantes para estimular el crecimiento e implementar un eficiente manejo fiscal y así retomar la confianza de los inversionistas y consumidores, según analistas.
Rousseff pedirá la confianza para implementar medidas impopulares que corrijan el rumbo de la economía, que en 2010 llegó a crecer un 7,5% con su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, pero este año por momentos se contrajo. Brasil se tornó dependiente a sus materias primas, las cuales han sufrido caídas en los precios y la demanda.
El segundo mandato de Dilma promete ser muy diferente del primero», dijo Antonio Correa de Lacerda, economista y profesor de la Universidad Pontificia Católica de Sao Paulo. «Está consciente de que los principales elementos que fueron utilizados en el primer mandato aún en la sombra del gobierno Lula se agotaron».
Tras ser reelegida, Rousseff prometió cambios en su equipo económico y nombró como ministro de Hacienda a un reconocido banquero con doctorado en la Universidad de Chicago. Joaquim Levy es conocido por sus medidas en recorte de gastos y reducción de deuda, definida como la prioridad del gobierno ya que el país corre el riesgo de perder su grado de calificación en agencias crediticias.
Algunos temen que los recortes en subsidios e infraestructura podrían significar un retroceso en los avances sociales tan defendidos por Rousseff y miembros del gobernante Partido de los Trabajadores. Durante la campaña, Rousseff resaltó que Brasil prácticamente erradicó el hambre en el país y ayudó a más de 40 millones de personas a escalar a la clase media.