Argentina y Chile cerraron preparación para disputar el trofeo de la Copa América entre declara-ciones mesuradas
Ciudad de México, 26 de junio de 2016.- Serio, cansado, con pocas ganas de cumplir la última exigencia reglamentaria de la Copa América Centenario en cuanto a atención a los medios, así se presentó Gerardo Martino en la conferencia de prensa del MetLife.
“Estaría dispuesto a cambiar el cómo con tal de que ellos (sus jugadores) logren el objetivo”, dijo Martíno en relación a lo que más le importa en estos momentos.
Además, El Tata dejó en claro que Angel Di María o Javier Pastore podrían jugar en la final ante Chile: “salvo Augusto Fernández y Lavezzi, el resto de los jugadores está a disposición”.
Ya Messi había alertado en la víspera sobre las consecuencias de perder una tercera final en tres años, aunque declaró que el equipo llega en un buen estado ante Chile y que de darse la derrota, no sería un fracaso sino una “gran decepción”.
“No sé si un fracaso; sí sería una gran decepción, porque es la tercera Final consecutiva y no conseguir ganarla sería una gran decepción.”
En cambio, para Chile las cosas son menos densas en comparación con los argentinos. A Chile no debería írsele la vida con el partido de hoy. Pero su mentalidad de los últimos diez años y el orgullo de lo conseguido en ese lapso catalizan todas las innovaciones que han obtenido.
“Nuestra característica se basa en ritmo, en la intensidad y la agresividad que queremos imprimir desde el principio y la mayoría de las veces nos da resultado”, señaló Pizzi.
La polémica la puso Arturo Vidal al contestar el comentario de Carlos Tévez en relación a que Argentina es muy superior a Chile: “Que lo mire en la tele tranquilo, Carlitos. La gente puede hablar lo que quiera, somos los jugadores dentro del campo los que hacemos todo”.
Nuevo clásico de la Copa América
Argentina y Chile refrescan los clásicos sudamericanos. Esos que alguna vez tuvieron como protagonistas a uruguayos, brasileños y hasta colombianos, hoy viven una nueva era con países vecinos pero tan distintos y distantes que tienen pocos antecedentes en común.
Lo más palpable es la Copa América del año pasado, en la que Chile, como anfitrión, se impuso por penales a una ansiosa selección Argentina, adherida a Lio Messi, urgida de un título que no gana desde 1993.
Con respecto al parado de jugadores que ocuparon en la edición del año pasado hay menos cambios en Chile en contraparte de Argentina que, por ejemplo, modificó defensores. No estarán Pablo Zabaleta ni Martín Demichelis en beneficio de Ramiro Funes Mori y Gabriel Mercado.
Al igual que en la edición 2015 y que en el Mundial de Brasil 2014, Ángel Di María no jugó casi todo el torneo por lesión, pero de último Martino echará mano de él. Aparecerán en la final de hoy Lucas Biglia y Ever Banega.
Chile, que fue campeón en el 2015 dirigido por Jorge Sampaoli, vive una segunda juventud con Juan Antonio Pizzi, respetando la columna vertebral defensiva y con los pilares del ataque como Alexis Sánchez, Eduardo Vargas y Arturo Vidal.
Argentina se encomendará a que el buen momento de Gonzalo Higuaín no le pase dolores como en los torneos anteriores, donde falló un penal en la final ante los chilenos y se perdió una oportunidad clara ante los alemanes en el Mundial de 2014.
Todo gira en torno a Messi y su espacio de maniobra, con el caudillaje de Javier Mascherano en la parte baja. (Excélsior)