El tiburón toro es una especie de importancia económica en el país, especialmente por sus aletas, que se consumen en el mercado de exportación.
México, 13 de diciembre de 2014.- El tiburón toro es una especie de importancia económica en el país, especialmente por sus aletas, que se consumen en el mercado de exportación.
En el Golfo de México su captura se concentra en adultos, pero en Cancún y Ciudad del Carmen, Quintana Roo, a donde migran gran cantidad de hembras a aguas someras, los humanos las pescan aún preñadas y afectan gravemente las poblaciones.
En el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, Píndaro Díaz Jaimes, dirige un estudio que busca crear una estrategia de conservación y manejo. Para conocer las poblaciones locales, realiza marcaje de individuos mediante sondas acústicas y el muestreo de tejidos para llevar a cabo estudios genéticos, en colaboración con investigadores de organizaciones civiles.
«En el laboratorio analizamos la relación entre los efectos de la pesca y la diversidad genética de los organismos marinos, sobre todo en especies de gran tamaño o depredadores tope como los atunes, los picudos y los tiburones. Lo que queremos es preservar las poblaciones naturales», dijo.
Otro objetivo de la investigación es delimitar qué es una unidad de pesca, la cual permite valorar cuántos individuos se pueden capturar sin poner en riesgo una población.
Esto tiene algunos problemas sociales. Por ejemplo, las vedas implementadas en el Pacífico y en el Golfo de México han ocasionado inconformidad de comunidades locales de pescadores. «Son decisiones que requieren tomar en cuenta la parte ambiental y la social», destacó Díaz Jaimes.
Para ser eficientes, las vedas deben respetar la época de reproducción de los animales, pero también es necesario recabar más información biológica.
El tiburón toro se caracteriza por visitar lagunas costeras o estuarios. Las hembras los usan como áreas de crianza. Como ocurre con las tortugas y algunos mamíferos marinos, regresan al año siguiente a los mismos sitios, depositan sus crías y éstas crecen ahí durante dos a tres años, hasta que alcanzan una talla adecuada y salen a mar abierto, explicó.
En cada evento, las hembras retornan al mismo sitio reproductivo y las crías se desarrollan generación tras generación. Eso les confiere importancia a los ecosistemas desde el punto de vista de la conservación de las poblaciones naturales y por ello impulsamos que sean protegidas, añadió.
Actualmente, Díaz Jaimes y sus colaboradores trabajan en lagunas costeras de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, con la aportación de datos científicos de las poblaciones locales para identificarlas y protegerlas a futuro. (El Occidental)