Las diferencias entre uno y otro candidato son apenas visibles
Paraguay, 22 de abril de 2018.- Llegó la hora de las urnas en Paraguay. Poco más de 4 millones de personas elegirán este domingo al sucesor del conservador Horacio Cartes en medio de un clima notable de falta de expectativas y desencanto por la política tradicional. Por un lado está Mario Abdo Benítez, del Partido Colorado, la agrupación que desde hace 70 años domina la política del país sudamericano. Por el otro, Efraín Alegre, del Partido Liberal, el otro jugador que compone el bipartidismo nacional.
Las diferencias entre uno y otro candidato son apenas visibles. Los sondeos previos apuntan a un triunfo colorado, otra vez, mientras los liberales esperan que su alianza con Fernando Lugo alcance para repetir aquel excepcional triunfo de 2008.
Los paraguayos votan temprano. Los colegios electorales abren a las 7 de la mañana y cierran a las 4 de la tarde. La justicia electoral ha prometido que cuatro horas después ya se sabrá el nombre del nuevo Presidente. Los colorados están convencidos de que la jornada confirmará que son la principal fuerza política de Paraguay y los liberales esperan dar la sorpresa, como hace 10 años, cuando el triunfo parecía imposible.
Claro que los tiempos han cambiado. América Latina ya no es ese espacio amigable para los partidos de izquierda y figuras como las de Lugo no despiertan las pasiones de antaño.
La renovada alianza entre los liberales y los partidos progresistas del Frente Guasú de Lugo parece, además, contranatura. Llega tras el fracaso de aquella de 2008, que terminó con la destitución de Lugo con el voto de sus aliados. Pero un nuevo acuerdo ha sido inevitable. «El Partido Liberal no ganó nunca una elección, salvo cuando se alió con Lugo», dice Boccia Paz, columnista político del diario Última Hora. Lo mismo destaca la historiadora Milda Rivarola: «Los liberales tienen el 30% del electorado, nunca pudieron superar eso. Si no hacen alianzas no pueden ganar».
Del otro lado está el partido Colorado, un movimiento sin ideología clara aunque conservador en sus ideas y conocedor de las pasiones políticas que mueven al electorado. Es el partido que «siempre gana». «El problema es que en Paraguay tenemos un bipartidismo asimétrico, donde siempre gana el mismo, aunque los dos coincidan en lo ideológico», dice Boccia Paz.