11 países han registrado ya casos ‘importados’ del virus del zika

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Florida (EE UU) y Argentina son los territorios que más preocupan al tener poblaciones del mosquito.

Madrid, 29 de enero de 2016.- La propagación del virus del zika depende de dos factores: de que viaje el virus, y de que haya (o lleguen) mosquitos del género Aedes, que tienen capacidad para transmitirlo. El actual brote de Latinoamérica, cuyo epicentro es Brasil, sigue esa pauta: si se espera que abarque todo el continente –menos Canadá y Chile– es porque hay mosquitos en todos los demás países y territorios. Pero el transporte del virus corre a cargo, sobre todo, de los humanos, y estos lo han llevado ya a 11 países, según el último recuento que ha hecho este periódico a partir de los datos de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas.

Precisamente Canadá, teóricamente a salvo del virus, es uno de los que ha registrado un caso importado: el que llevó al país un hombre que se había contagiado en El Salvador. Este diagnóstico no preocupa especialmente, ya que Canadá no tiene en su territorio –demasiado frío– mosquitos Aedes. No ocurre lo mismo con otros dos territorios americanos: el Estado de Florida (EE UU) y Argentina, adonde también han llegado viajeros infectados y donde sí hay mosquitos para iniciar la transmisión, como han demostrado casos de fiebre del Nilo y de dengue, respectivamente, ocurridos recientemente.

Florida no es el único Estado de EE UU que ha recibido personas infectadas. También lo han hecho otros seis Estados. La sociedad médica americana destaca sobre todo el de Hawái, puesto que la mujer infectada ha dado a luz un niño con microcefalia, uno de los efectos del virus cuando llega a mujeres embarazadas.

También Europa está recibiendo a viajeros que llegan de Latinoamérica enfermos. Ya han notificado casos España (tres), Finlandia, Dinamarca, Alemania, Italia, Portugal y Suiza. De momento, según los datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), en el continente no hay poblaciones estables de Aedes aegypti, el principal vector del virus, salvo en Madeira, Georgia y Rusia. Pero este insecto habitó el sur de Europa a principios del Siglo XX y desapareció «por causas desconocidas», por lo que no se descarta que pueda volver. El Ministerio de Sanidad español calcula que recibirá tantos casos al año como de chikunguña, unos 200.

Además, lo que sí tiene Europa es otro mosquito Aedes, el albopictus (mosquito tigre), que también puede transmitir enfermedades, como se vio con el brote de chikunguña de Italia de 2007. Este animal está ya bastante asentado en el continente. Hay colonias estables en Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Francia, Grecia, Italia, Malta, Mónaco, Montenegro, San Marino, Serbia, Eslovenia, España, Suiza, Turquía y el Vaticano, según el ECDC. Este mosquito también transmite dengue y chikunguña, igual que el aegypti, por lo que es un candidato perfecto para hacerlo con el zika.

También ha habido virus importado en dos países asiáticos: Israel y Taiwán. En el primero de ellos, el origen también es latinoamericano. En el segundo llegó desde Tailandia, lo que lo relaciona con el virus que ya está establecido en el sureste asiático.

El zika es un virus de origen africano que llegó en mayo del año pasado a Brasil, y ya está en la mayoría de Latinoamérica en lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado de «expansión explosiva». Aunque generalmente causa una enfermedad leve (hasta el 80% no se entera, según la OMS), en este foco se ha asociado con microcefalias en bebés y un aumento de casos del síndrome de Guillain-Barré (una enfermedad neurológica que puede acabar en parálisis), y ello ha llevado a establecer una alarma. La OMS se reunirá el lunes para estudiar su avance.

Uno de los problemas que señalan los especialistas estadounidenses para controlar la expansión es la dificultad de diagnosticarlo. En un brote «puro de virus zika», sería fácil. Pero al compartir el agente transmisor, este aparece en zonas donde también hay dengue, y el diagnóstico no es tan sencillo. No hay un dispositivo que lo haga fácil, y las pruebas que buscan material genético del virus en las personas pueden dar falsos positivos o negativos porque se puede confundir con otros virus. Tampoco hay vacuna ni tratamiento. Por eso preocupa tanto cada vez que se instala en un territorio. (El País)