Productores de Cancún señalan que el uso de granos transgénicos y fertilizantes afecta la producción de su apicultura
Cancún, Q. Roo, 03 de julio de 2017.- Conservacionistas y ecologistas ven como una amenaza la creación de un nuevo asentamiento de menonitas en el municipio de Bacalar, al sur de Quintana Roo. Se trata de la nueva comunidad denominada El Bajío, que se suma a otras dos comunidades menonitas que habitan alrededor de mil 400 personas.
Organizaciones civiles como la Fundación Melipona Maya, A.C., acusan a los menonitas de tener grandes extensiones de cultivos en los que se usan granos transgénicos, así como grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes no orgánicos.
La organización, dedicada al rescate de la abeja melipona maya, ha emprendido una lucha en contra del uso de granos modificados genéticamente en el sur de Quintana Roo, y junto con otros apicultores han llevado el caso hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación para impedir que productos transgénicos, específicamente de Monsanto, sean sembrados en la región.
Las asociaciones civiles aseguran que entre los problemas que podrían estar causando los menonitas con el cultivo de transgénicos se encuentra la contaminación de la miel que se produce en la zona maya de Quintana Roo y que se exporta a Europa con denominación de “orgánica”, puesto que ya han sido detectados rastros de origen transgénico en el producto.
De hecho, Alemania ya cuestiona la calidad de la miel que exporta Quintana Roo hacia Europa, debido a que detectaron rastros transgénicos en el polen y miel.
Al año, este estado produce alrededor de mil 800 toneladas de miel, y la certificación de producto orgánico está por perderse debido a los niveles de transgénico detectados en el producto.
Ecologistas e investigadores consideran que el uso de pesticidas y fertilizantes no orgánicos, que usan las comunidades menonitas, penetran hasta llegar a los mantos acuíferos que alimentan a la Laguna de los Siete Colores de Bacalar, localidad que cuenta con la denominación Pueblo Mágico, pero que ya presenta serios problemas de contaminación y pone en riesgo a los estromatolitos (estructuras minerales, originadas por la producción, captura y fijación de partículas carbonatadas).
“Sólo se han hecho pruebas”
Entrevistado al respecto, Heinrich Schmitt Klassen, delegado de la comunidad menonita de Salamanca, Bacalar, admitió que el uso de granos mejorados transgénicamente reduce importantes costos en su cultivo, debido a la menor cantidad de químicos que se requiere para controlar la maleza.
No obstante, asegura que en las comunidades menonitas no se siembran productos transgénicos y que únicamente se han realizado algunas pruebas de cultivos para medir los riesgos y costos de producción.
La comunidad cuenta con alrededor de mil 430 personas, quienes, en una superficie de tres mil hectáreas, cultivan maíz, sorgo, frijol y soya.
La religión de los menonitas impide el uso de tecnología para la producción del campo, por lo que muchas familias todavía dependen de las lluvias para sacar adelante sus cultivos.
Por su parte, Heinrich Schmitt asegura que en sus parcelas no siembra granos transgénicos, muy a pesar de que, afirma, la Semarnat y la Sagarpa han permitido el uso de esos granos.
“No sembré transgénico, no quiero sembrar eso mientras que el gobierno no lo quiera aceptar. No lo quiero sembrar porque no quiero estar en contra de lo que son las reglas del gobierno”, subraya.
No obstante lo anterior, él está convencido de que ni los químicos usados en el campo ni los granos transgénicos son dañinos para el consumo humano.
“No tengo nada en contra del transgénico, es el mismo grano, todos lo consumimos, como el cereal que desayunamos es transgénico también, y nosotros enfermamos como antiguamente”, afirma el entrevistado.