Un aficionado en Argentina, frustrado por un penal en los últimos minutos, marcó al 911 para desahogar su molestia
Ciudad de México, Mex., 30 de mayo de 2017.- Hay algunas situaciones que se producen en el futbol que son muy difíciles de explicar. Porque ya dejó de ser un simple juego y desde donde se lo mire, se pudo haber transformado en un negocio, una distracción, una jugada política, o en algunos países hasta en una operación de lavado de dinero, pero siempre quedará plasmado como un deporte que tiene pasión.
Este último término es entendido como la respuesta a aquellos actos que no tienen una respuesta lógica. Porque si se le pregunta al escritor argentino Roberto Fontanarrosa si alguna vez vio a un muerto, por ser cábala, te hubiera respondido que sí, el 19 de diciembre de 1971.
O quién tiene la culpa de que aquella persona que prefiere vender su auto para viajar tres días a algún país para seguir a su equipo, transformando su rutina semanal y laboral más tediosa. O cuándo fue el punto quiebre de ese hincha que apareció con su piel manchada con los colores de su equipo y que intenta esconder ese escudo detrás de su camisa.
O si reviviera y se le pudieras consultar al uruguayo Eduardo Galeano si hay similitud entre el futbol y Dios, su respuesta sería: “Sí, en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales”.
Y dentro de está vorágine parcial, se agregó al libro de “las locuras del futbol” un nuevo capítulo protagonizado por un hincha de Boca Juniors. Un hombre del cual se desconoce su identidad que llamó la noche del sábado pasado a emergencias para denunciar un robo peculiar.
Su equipo visitó a Huracán de Parque Patricios y necesitaba una victoria para seguir liderando el campeonato y así enfilarse al título. Iba ganando, pero a falta de unos minutos el árbitro cobra un penal que puso el marcador: 1- 1.
“Me acaban de robar dos puntos”, denunció el joven al 911. Ante la pregunta de la operadora en dónde ocurrió, él le pasa la dirección del estadio en donde se disputó el partido. “Okey”, responde y le vuelve a preguntar: “¿Cuántas personas fueron?”. Sin mostrar su enojo y con una voz moderada afirmó que “fueron más de cincuenta mil personas”.
No se le escapó una carcajada. Seguía con su tono serio y sublime la broma.
La operadora se dio cuenta que lo que estaba denunciando era algo irrisorio. Tardó en saberlo porque no lograba comprender lo que el simpatizante decía.
Le tuvo que aclarar que era un número de emergencia y con el mismo tono finalizó la conversación dejando claro el denunciante que era una especie de broma y que estaba muy enojado por el resultado. A la operadora no se la vuelve a escuchar.
El audio de esta conversación empezó a circular por las redes sociales y llegó a los medios de comunicación, hasta que el inusual hecho protagonizado por el aficionado de Boca Juniors dio la vuelta al mundo.
Por entorpecer la línea de emergencias con una broma, la Justicia argentina podría iniciar una búsqueda para dar con su paradero e iniciarle una causa que derivaría en una contravención.
Una locura, mezclada con pasión e inmadurez que muestra hasta dónde no llega la lógica humana.
Hay un terreno, que se asemeja al campo de juego, en el que sólo los locos juegan y entienden, porque como bien los definió Julio Cortázar: “No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas”.