Ayer murió el holandés más popular del planeta, el que revolucionó el balompié en los años 70 con la naranja mecánica y el Barcelona. Ídolo a la altura de Pelé y Diego Maradona
Barcelona, 25 de marzo de 2016.- El holandés Johan Cruyff falleció ayer a los 68 años, en la clínica Teknon, como consecuencia de un cáncer que se le detectó el pasado octubre, y deja un legado futbolístico de primer orden, al que sólo le falta un Mundial, que rozó en Alemania 74, cuando acabó finalista al perder contra el anfitrión (2-1).
“Tengo cáncer, es un hecho. Pero también tengo la confianza de que todo salga bien”, dijo el exentrenador del Barcelona cuando él mismo dio a conocer su enfermedad, y meses después dijo con optimismo: “estoy ganando al cáncer por 2-0”.
Aquellas buenas sensaciones en febrero pasado no tuvieron continuidad debido a que el empeoramiento de Johan Cruyff se produjo de manera acelerada en los últimos días.
La despedida de Cruyff se producirá en el ámbito más privado, como lo pidió su familia, que llevará a cabo una ceremonia en la Ciudad Condal estrictamente reservada a las personas más allegadas, pero el Barcelona dispondrá de un espacio memorial a partir de hoy para aquellos aficionados y personalidades que lo deseen den su último adiós a un personaje irrepetible.
Ganador nato en todos los escenarios, con tres Balones de Oro, tres Copas de Europa como jugador y una como entrenador del Barcelona, se le escapó el único mundial que jugó, aunque pocos se lo han echado en cara a la hora de reconocerle como uno de los más grandes futbolistas que ha dado el planeta fútbol. (Excelsior)