Durante la ceremonia el líder religioso declaró que debemos aprender a servir a las mujeres
Mérida, Yucatán, 24 de marzo de 2016.- El Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, lavó los pies a seis mujeres y seis hombres internos del Centro de Reinserción Social (CERESO) de Mérida, durante la ceremonia eucarística realizada esta mañana en dicho penal.
Ante decenas de reclusos que acudieron a la misa, emitió un mensaje en favor de la inclusión “tener presente a la mujer de hoy que se entrega al servicio de su prójimo, especialmente dentro de la familia y saliendo adelante en la vida, y muchas veces no se ha reconocido todo su esfuerzo”.
Dijo que el rito de lavatorio de pies en donde, por primera vez se incluyó a las mujeres, es una muestra de servicio desde la liturgia para que en la vida vayamos correspondiéndolas.
“Mujeres que saben servir a su prójimo, ¿por qué nosotros no hemos de aprender a servir también a las mujeres?” indicó el padre, quien agregó que las internas que participaron en el lavatorio de pies representaron a las discípulas de Jesucristo.
El líder de la iglesia católica en Yucatán recordó que por primera vez se incluyó a mujeres en este rito de jueves santo en el reclusorio meridano, siguiendo con el ejemplo del Papa Francisco, y reconoció el espíritu de servicio de las mujeres en todo el mundo y en todas la épocas, sobre todo a quienes están al frente de los hogares y de las órdenes religiosas
Dios nos está perdonando
Al término de la ceremonia religiosa, una de las internas, Liliana García, declaró que “no somos dignas de que el arzobispo nos haya besado y lavado lo pies, pero dios nos quiere tanto que nos está perdonando”.
Entre lágrimas, señaló que durante el rito sintió que a pesar de estar muy solas en el penal, “dios nos ama”.
Otra reclusa, de nombre Izamari Canul, señaló que durante el lavatorio de pies “sentí un alivio, de que dios vino a salvarnos a pesar de los delitos por los que estamos aquí”.
La joven indicó que lleva 2 años 6 meses en prisión por cometer un delito relacionado con “la droga”, y que todavía le faltan dos años de condena.
Dijo que lo más difícil de estar en la cárcel es que no puede estar cerca de su hija de cinco años, “es feo estar separada de ella, de perderme sus cumpleaños y los festivales de la escuela”.
“Estar aquí nos hace valorar la vida, estar en este lugar te enseña muchas cosas, valorar el tiempo de convivencia con la familia”, indicó mientras abrazaba a su hija, quien acudió a la misa de lavatorio de pies.
Por su parte, doña Ileana Gómez, quien apenas lleva un mes en la cárcel femenil, dijo que durante el acto con el arzobispo “fue algo muy hermoso, diosito nos perdonó, no ve nuestros pecados”.
Aseguró que dios le da tranquilidad, fortaleza y paciencia, “porque el tiempo aquí pasa muy lento, separados de la familia y nuestros hijos”. (Edoardo Manzanilla/ Herbeth Escalante)