El grupo «estableció un proceso político alternativo, pacífico en un momento en el que el país estaba al borde de la guerra civil», dijo el comité en su mención.
Oslo, 10 de octubre de 2015.– El Cuarteto para el Diálogo Nacional tunecino recibió ayer el Premio Nobel de la Paz “por su contribución decisiva a la construcción de una democracia pluralista” en Túnez, cuna y única esperanza de la llamada Primavera Árabe de 2011.
“El Cuarteto se formó a mediados de 2013, en un momento en el que el proceso de democratización peligraba por los asesinatos políticos y los importantes disturbios sociales”, destacó en Oslo la presidenta del comité Nobel noruego, Kaci Kullmann Five.
“El premio pretende, ante todo, alentar al pueblo tunecino que, a pesar de los grandes retos, estableció las bases de una fraternidad nacional que, según espera el comité, servirá de ejemplo para otros países”, añadió.
El grupo, compuesto por la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), sindicato histórico de Túnez y símbolo de la independencia, la patronal Utica, la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH) y la orden de los abogados, lanzó “un proceso político alternativo, pacífico, en un momento en el que el país estaba al borde de la guerra civil”, dijo el comité.
El Cuarteto organizó un largo y complicado “diálogo nacional” entre los islamistas y sus opositores, obligándolos a sacar el país de la parálisis institucional en la que estaba sumido tras la caída del régimen autoritario de Zine El Abidine Ben Ali, en 2011.
Una nueva Constitución fue adoptada a principios de 2014, y un ejecutivo de tecnócratas sucedió al gobierno dirigido por los islamistas de Ennahda, vencedores de los primeros comicios democráticos del país, para buscar una salida a la crisis política.
El ejemplo tunecino “muestra que movimientos políticos islamistas y laicos pueden trabajar juntos para lograr resultados significativos”, dijo Kullmann Five.
Túnez logró su transición política mientras que, a su alrededor, la Primavera Árabe se transformó en caos en Libia, Yemen y Siria, y la represión regresaba a Egipto.
En diciembre, las primeras elecciones presidenciales democráticas de Túnez dieron la victoria a Beji Caid Essebsi, un antiguo responsable de los regímenes de Habib Bourguiba y de Ben Ali, que prometió pasar la “página” del autoritarismo.
El premio consagra “el camino de consenso” elegido por su país, declaró Essebsi.
El Nobel de la Paz es “un homenaje a los mártires del Túnez democrático”, declaró el secretario general del sindicato UGTT, Houcine Abassi.
Ouided Bouchamaoui, líder de Utica, expresó por su parte el “orgullo” de las organizaciones recompensadas que “tuvieron éxito ahí donde los demás habían fracasado”.
A pesar de sus logros, el país sigue debilitado por los atentados islamistas.
Un atentado en el Museo del Bardo, el pasado marzo en la capital, dejó 22 muertos y tres meses después, en junio, otro ataque causó 38 fallecidos en un hotel frecuentado por turistas extranjeros en Susa. Ambos actos fueron reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El Cuarteto sucede a la adolescente paquistaní Malala Yousafzai y al indio Kailash Satyarthi, que recibieron el Nobel de la Paz de 2014 por su labor en favor de la infancia.
Los ganadores recibirán sus premios en una ceremonia que se llevará a cabo en Oslo el 10 de diciembre. A los premiados se les entregará una medalla de oro, un diploma y un cheque por unos 973 mil dólares.
Se dividen las opiniones
TÚNEZ.— La concesión, ayer, del Premio Nobel de la Paz al Cuarteto del Diálogo Nacional en Túnez destapó la euforia de la clase política del país, que la entendió como un espaldarazo a la lucha tunecina en un momento en el que su éxito volvía a transitar por el alambre.
La alegría de políticos y activistas contrastaba en la calle con el desapego de la población, que oscilaba entre quienes ni siquiera habían escuchado la noticia y aquellos que lo agradecían, pero se preguntaban si realmente servirá para mejorar su difícil vida.
“La verdad es que no había escuchado nada. Pero no significa que el país vaya bien. No hay nada que celebrar. A lo mejor aquí en la capital, pero viajen al campo y verán como está todo”, afirmó Hamid, un estudiante.
“Está muy bien que nos den un premio tan importante. La gente en este país necesita buenas noticias, pero la economía va mal”, se quejaba Fawzia, empleada pública. (EFE/Excelsior)