Ante Dorados de Sinaloa, el América liga su segunda victoria del Apertura 2015 en un partido en el que sus delanteros se adornaron.
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de agosto de 2015.- El América vuelve a navegar en aguas tranquilas una vez que hiló su segunda victoria en la liga en su enfrentamiento frente a Dorados (4-0) en un partido que encaminó gracias a un autogol de Jesús Chávez y culminó con jugadas de gran calidad que sirvieron para darle color a un partido en el que batalló para tomar ritmo. El encuentro fue un cuesta arriba por la irreverencia del visitante, pero lo acabó como pretendía: muy por encima a su rival.
El sinaloense resultó un equipo lleno de virtudes que lo hicieron competitivo en la primera parte, gracias a la experiencia que acumula cada uno de sus integrantes en sus piernas y a la táctica del técnico Carlos Bustos. Hasta antes del primer gol fue un equipo ordenado, defensivo e inteligente que gustó de tener el balón y circularlo sin correr riesgos mayúsculos, lo cual lo acercó al arco defendido por Moisés Muñoz. Por eso las Águilas palidecieron por lapsos.
Si bien un autogol de Jesús Chávez, que se hizo un lío con el portero Luis Michel, le dio la ventaja al cuadro azulcrema segundos antes del descanso, tras un centro de Paul Aguilar que no revestía mayor complejidad, el equipo que hizo el gasto durante la primera media hora fue el visitante, que incluso tuvo la oportunidad de abrir el marcador con un disparo de Héctor Mancilla, desviado por el zaguero Paolo Goltz, que hizo cimbrar el travesaño.
El tanto en propia puerta de Chávez resultó nocivo para su equipo, que no encontró la forma de retomar el nivel que ofreció de arranque. Dorados acabó desconcentrado y con mucho coraje por haber perdido las buenas formas, mientras que el América, letal como suele serlo en el Estadio Azteca, aprovechó esa debilidad para arrollarlo.
Para que se diera la goleada apareció una jugada de gran nivel, en la que se vio inmiscuido medio equipo azulcrema. El cuero recorrió toda la zona de arriba con toques rápidos y jugadas de pared hasta que Darío Benedetto lo deja a Peralta para que lo empujara al arco y pusiera el 2-0. Futbol en estado puro que sirvió para darle lustre a un encuentro que hasta ese momento lucía opaco.
Lo demás, el gol de Darwin Quintero y el de Darío Benedetto, que también se dieron con jugadas bien tejidas, resultaron un lujo de más en un partido que estaba encaminado con el tanto de Peralta, aunque eso es lo que le gusta a la afición americanista que, por esta vez, se olvidó de las críticas que había vertido en contra del técnico Ignacio Ambríz.