Con anotación del delantero de Chivas USA, México vence 1-0 a Panamá, en un partido donde el equipo de Miguel Herrera deja mucho que desear.
QUERÉTARO, 13 de octubre de 2014.- El partido cumplió con las expectativas. Se esperaba ante Panamá un pobre espectáculo, desorden y falta de coordinación en el campo, y todo eso sucedió en el triunfo del Tricolor por 1-0 con gol de Cubo Torres.
Esta selección de Miguel Herrera, un laboratorio ambulante para sacar nombres de cara a la Copa América y Copa Oro, sufrió del infortunio y la zozobra de todo plantel que apenas si se conoce en el campo.
Torres, un chico que ha hecho más de 20 goles con Chivas USA, que huyó del futbol mexicano por la presión que causa la crisis del Guadalajara y que vive ahora en Los Ángeles, ingresó a diez minutos del final y aprovechó un rebote del portero McFarlane para anotar por primera vez como seleccionado.
Juegos como el de ayer, alejados de la gracia de un buen triunfo, reflejan poca moraleja para el Tricolor, que sólo cumplió administrativamente su estancia en Querétaro ante una aceptable entrada en el Estadio Corregidora.
El problema es que rivales como Panamá, de escaso nivel y que inicia su proceso con el colombiano Hernán Darío Gómez en el banquillo, toma confianza con expediciones como la de ayer, en las que salen no tan maltrechos. En los últimos seis partidos ante los canaleros, México apenas sumó su segunda victoria y un ramillete de cuatro empates.
La última vez que Panamá estuvo en suelo nacional fue en 2007 y perdió 1-0 en juego que se suspendió por lluvia, en Puebla. De eso ya llovió y la selección que se plantó en el Corregidora mostró algunas buenas costuras y manejo de balón, sin tanta cobardía como antes, aunque sigue siendo, por momentos, muy amateur.
Aun así, el equipo canalero provocó que el Tricolor tuviera fiascos iniciales, con dudas y pases irreales entre la defensa, muy juvenil como inexperta, que causaron pánico en los primeros minutos.
Con el paso del juego, Gerardo Venegas y Miguel Herrera se acoplaron a Hugo Ayala en la central, pero los laterales Miguel Layún y Rodolfo Pizarro pasaron inadvertidos.
Anclado el equipo mexicano en ciertos ritos de reconocimiento de campo y de resolución de problemas, pasando por la zona media, en donde apenas si se hablaron Javier Güemez y Héctor Herrera, tuvo escasas llegadas.
La mejor fue obra de Javier Hernández. Chicharito robó el balón al portero McFarlane y disparó al arco, pero Leonel Parris la sacó de la línea de cal con la cabeza.
Por lo demás, poco que rescatar de un juego que se volvió ríspido y pasó en algunos lapsos a ser una muestra de un club de la pelea no exento de insultos. Los jugadores metieron con excesiva vehemencia la pierna y se altercaron en conatos de bronca una y otra vez, lo que causaba el despertar de la gente en la tribuna, aburrida por el espectáculo que en general fue muy malo. Incluso, un diálogo recriminatorio entre Miguel Herrera y Hernán Darío Gómez en los banquillos calentó la situación que resolvieron al final con un abrazo.
La ambivalencia del equipo mexicano fue palpable. Con la complejidad que conlleva ganar amistosos que apenas generan conclusiones, comandó el segundo tiempo la posesión de la pelota. Tuvo aproximaciones, pero Chuletita Orozco no es un delantero apto en situaciones problemáticas y colaboró en pocas ocasiones con Chicharito, que, preso de la desesperación, intentó regatear, cuando claramente no es algo que se le dé.
El público, consciente de que el gol es lo único que importa, demandó a Oribe Peralta cuando Herrera había agitado el banquillo, mas no el sistema, con cuatro cambios.
Lo nostálgico es recordar a Peralta siendo infalible en el área. Su mala gestión de goleo en el América lo ha alcanzado en la selección. Al igual que contra Honduras, falló frente al marco. Si bien es cierto que su labor de desmarque y desgaste movilidad causa espacios, se le necesita más de cara al gol. Volvió a ser determinante, al menos, en la jugada de la anotación.
El equipo se vertebró con la inclusión de jugadores con mayor rango internacional y con peso de experiencia. No fue lo mismo con Peralta, Aguilar y Toño Ríos en el campo, más el hambre que demuestran Poncho González y Cubo Torres.
La imagen dejada por México, sin ser la mejor, provocó una algarabía general en la gente, apasionada por ver a sus futbolistas de cerca, aunque los partidos normalmente no sean de lo mejor. (Excelsior)